NOVIEMBRE 8

«Añadan a su fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor.» 2 Pedro 1:5-7.  

El SEÑOR por Su divino poder nos ha dado toda provisión para una vida piadosa y mediante Su conocimiento escapemos de la corrupción y deseos del mundo. Nuestro Salvador nos ha asegurado nuestra redención, pero debemos avanzar constantemente y aumentar los eslabones de oro que ya están firmemente grabados en la Fe. Por eso, mientras el SEÑOR nos da estas cualidades, somos llamados a trabajar en equipo con Él, para añadirlas a nuestra Fe, como un constructor agrega piedra a piedra a su muro. Así, cada creyente está cimentado como piedra viva sobre la preciosa Piedra del ángulo, Cristo, que lo sostiene y apoya.

 Lo primero que el SEÑOR agrega al fundamento de la Fe dada por Él, es «Virtud», esto es, la capacidad y fuerza de llevar una buena conducta, acciones rectas y dignas de Él. La virtud debe ser la característica que embellece la casa de Dios, que somos nosotros; «la santidad es el adorno de tu templo» Sal.93:5

 «Conocimiento»:  Sabiduría verdadera, por la cual se incrementará nuestra fe, la comprensión e inteligencia general en el conocimiento de Jesús de sus glorias y excelencias, y de las cosas divinas que instruyen en su camino. El conocimiento de «las cosas que Dios nos ha concedido» 1 Cor 2:12, de «la mente del SEÑOR» 1 Cor.2:16. Este tipo de sabiduría está más allá del alcance de los sabios de este mundo 1 Cor. 2:6. Dios nos ha dado todos los recursos necesarios para que podamos alcanzarlo. Tenemos su Palabra y su Espíritu Santo que mora en nosotros para revelarnos y ayudarnos a entender estas cosas 1 Cor 2:10.  «Dominio propio»: Fruto del Espíritu Santo que habita en nosotros, lucha por nosotros para que ya no nos gobiernen las pasiones sexuales, las pasiones por el poder, la gloria personal y las posesiones materiales .

«Paciencia o perseverancia». Se combina con las otras gracias para perfeccionar en nosotros el carácter cristiano y habilitamos para la vida celestial. Es la paciencia valerosa con la cual el cristiano lucha contra los obstáculos, persecuciones y tentaciones que sufre en su conflicto con su ser interior y el mundo externo; es esta nobleza y resistencia que nunca desmaya, que nunca acusa a Dios de modo insensato y que no se apresura a tomar venganza del hombre. Por tanto, corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, Heb.12:2

«Piedad»: Es tener un profundo respeto a Dios. Es tenerle siempre delante de nosotros en todos los asuntos de nuestra vida diaria con la intención de hacer todo lo que hacemos conforme a Su voluntad Mat.6:10 y para Su agrado.  «Afecto fraternal». El verdadero progreso en nuestra preparación para el cielo implica auténtico afecto o amor hacia los demás como hermanos con todo lo que eso significa e implica en la práctica. «Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» 1 Jn 3:18.  Por último añadir «amor»,es la piedra principal de la obra de Dios en nosotros. Su amor total, desinteresado e incondicional. Un amor que ama porque sí, y a pesar de todo. Es el amor con el que Dios quiere que amemos: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» Mat. 22:39.  

Carecer de estas cualidades es ser estéril e infructuoso, es ser ciego, es haber olvidado que fue limpiado de sus pecados pasados al precio de la Sangre de Cristo. 2 Ped 1:8-9.  No puede ver a Dios ni a su amor perdonador, ni el cielo. En otras palabras es haber olvidado que fue salvo. Habiendo contrariado al Espíritu Santo al no mostrar las virtudes de Aquel que le llamó a su maravillosa luz, y habiendo sustituido la luz por las tinieblas y la dureza; no ve nada más que cosas externas, mundanas y terrenales, en las que se establece su corazón, y persigue con rigor. Termina en el error, la apostasía y negando a Cristo.

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