NOVIEMBRE 25


Todos los sedientos, vengan a las aguas; Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman. Vengan, compren vino y leche Sin dinero y sin precio. Isaías 55:1

Estas palabras son un llamado, una invitación, una oferta de gracia a los pecadores muertos, es decir, a quienes, en un sentido espiritual, tienen sed de perdón del pecado, de ser justificados y salvados por Cristo.“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” Mt.5.6. Felices, dichosos, bienaventurados, aquellos que reconocen que son injustos, que no tienen justicia, que no tienen rectitud alguna. Que cuando se ven a sí mismos sólo ven impureza, maldad y tinieblas. Dichosos sean éstos porque esa necesidad será saciada, ese vacío será completo, esa falta será suplida.

El Evangelio es como el vino que nos alegra. Si alguno llega a conocer verdaderamente la gracia de nuestro SEÑOR Jesucristo, será un hombre feliz, y cuanto más beba en el espíritu de Cristo, más feliz se volverá. El Evangelio también es como la leche, porque contiene todo lo que necesitas para que tu alma se nutra y crezca.


La abundante provisión de Dios se describe en varios términos: aguas, vino, leche, pan sano y satisfactorio, Isaías 55:1. Los manjares más ricos de la casa de Dios son tan gratis como el pan que Él da a las almas hambrientas”. Somos bendecidos con todas las bendiciones espirituales en Cristo, Efesios 1:3 Y gracias a la obra de Cristo en la cruz del calvario, estos son bienes invaluables en la tierra, y son dados sin dinero y sin precio. Todo es gratis; Cristo es "rico para con todos los que invocan su nombre"; Rom 10:12. Él está dispuesto a darnos todo lo que necesitamos, si nos acercamos a Él con un corazón sincero.


Así que, vayamos a Cristo a comprar sin dinero y sin precio, a disfrutar del regalo de Dios; de aquello que satisface verdaderamente, la justificación de nuestros pecados para salvación y vida eterna. Son bendiciones gratis, gracias al sacrificio de Cristo en la cruz. ¡Vamos y hagamos tesoros en el cielo! (Mateo 6:19-21). Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida(Cristo) gratuitamente” Ap.22.17.

Contempla estas bendiciones recibidas sin dinero y sin precio: De la condena de Cristo—fluye nuestra justificación. De Su agonía—viene nuestra victoria. De Su dolor—viene nuestra comodidad. De Sus heridas—viene nuestra sanación. De Su hiel y vinagre—viene nuestra miel. De Su maldición—viene nuestra bendición. De Su corona de espinas—viene nuestra corona de gloria. De Su muerte—viene nuestra vida. ¡Oh, qué consideración tan conmovedora es esta! -John Flavel


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