"Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes" Colosenses 3:16
La Palabra de Cristo consiste principalmente en todos los dichos de Cristo, que están preservados para nosotros en los Evangelios. Son las palabras más maravillosas que jamás se hayan pronunciado. Luego, en un sentido más amplio, la Palabra de Cristo incluye todas las revelaciones divinas. La Biblia es un libro de vida, nos ayuda desde dentro, no desde fuera. Contiene enseñanzas espirituales elevadas, que tienen el propósito de transformar el desierto de la tierra en un jardín celestial.
La Palabra de Cristo debe ser recibida en nuestro corazón y permanecer en él; donde Su Palabra es recibida y se le permite morar, Cristo mismo es huésped. Y dondequiera que Cristo es huésped, toda la vida se ilumina, el trabajo aburrido se convierte en un ministerio de ángeles, las amistades se endulzan, las cargas se alivian y las circunstancias comunes se transfiguran. Si no tenemos mucho de Cristo en nuestras vidas y somos tan poco como Él, es porque la Palabra de Cristo no mora en nosotros.
Donde habita la palabra son reveladas y limpiadas las faltas. La Palabra de Dios es una lámpara. Sal. 119:105 Donde brilla revela los defectos, las imperfecciones, las cosas malas que hay en los corazones. Muestra nuestro egoísmo, nuestra envidia, nuestros celos, nuestra falta de amor, nuestras dudas, nuestras inconsistencias. Debemos sentirnos felices el día que descubrimos una nueva falta en nuestra vida o en nuestro carácter; no felices porque la falta esté ahí, sino porque la hemos descubierto y podemos librarnos de ella.
Si la Palabra mora en nosotros nos guardará de todo lenguaje amargo, censurador e imprudente. Inspirará en nosotros todas las palabras útiles. Necesitamos tanto ser enseñados en el uso de la lengua, para no herir, maldecir y destruir sino bendecir, edificar y consolar, Ef.4:29. Si la Palabra de Cristo abunda en nosotros, nuestro lenguaje será amable, prudente y apropiado para el alma cansada y agobiada.
La Biblia debe estudiarse a fondo, porque cada porción de ella es útil para la instrucción, la corrección, el consuelo y la ayuda. Jesús dijo: "Mis Palabras son espíritu y vida". Son como semillas recogidas de jardines celestiales y traídas a la tierra. Cuando se plantan en los corazones las cosas del cielo crecerán allí. Toda vida cristiana verdadera es un pequeño jardín donde crecen el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad y otras cosas espirituales.
De muchas maneras la Palabra de Cristo nos asegura consuelo en el dolor, fortaleza en la debilidad. La Palabra de Cristo en el corazón hace brillar los rostros; hace que los hombres sean valientes y que las mujeres sean pacientes y amables. Bendice, enriquece y embellece las vidas. -JR Miller