AGOSTO 9


Quien ama el dinero, siempre quiere más.Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es vanidad! Eclesiastés 5:10

Muchos son los que han fallado al buscar la bendición que no puede encontrarse en las cosas mundanas, y, sin embargo, las personas están muy dispuestas a colocar su felicidad en ellas. El árbol de la bendición no crece en un paraíso terrenal. Dios maldijo la tierra por el pecado, y, sin embargo, son muchos los que excavan en ella buscando la felicidad, buscando sacar una bendición de la maldición. Es tanto como buscar fuego en el agua.

Las cosas terrenales son transitorias, y no se adaptan al alma. “El que ama el dinero, no se saciará de dinero”. Las riquezas no satisfacen. Son brillantes a los ojos, pero la muerte borra su brillo. Incluso si alguien estuviese coronado con todos los deleites del mundo, incluso si Dios le construyese una casa entre las estrellas, el ojo de su mente todavía buscaría algo más alto. No se puede extinguir el fuego de un alma sedienta hasta que se baña en el río de la vida, Cristo.

Las cosas que no pueden calmar el corazón en medio de una tormenta tampoco pueden darnos felicidad. Los bienes materiales no pueden calmar un corazón atribulado o un espíritu herido. ¿Acaso puede satisfacer una barra de oro a un Dios airado? El rey Belsasar estaba de fiesta, pero cuando apareció el dedo de la mano de un hombre escribiendo en la pared, el juicio que vendría sobre él, la expresión de su rostro cambió, su vino se volvió amargo, y su fiesta se vio estropeada por aquella escritura en la pared.

El mundo no puede mantener fuera los problemas. Las cosas terrenales no son sino un castillo de nieve bajo el calor del sol. Los deleites exclusivos del mundo se convierten en maldición al final. ¡Cuántos son los que han destruido sus almas para construir sus posesiones! Colocar la felicidad en lo externo es buscar a los vivos entre los muertos Luc.24:5. Las posesiones que se atesoran no nos darán consuelo y, además, se quedarán cortas para nuestras expectativas. El bienestar material no te puede convertir en alguien bendecido. Puedes vivir rico, y morir en maldición. -Thomas Watson

Confiar en algo que no sea Dios es una tamaña necedad. Estos son los que siguen vanidades ilusorias Jon.2:8. Siguen lo hueco, vacío, por fuera atractivo, pero por dentro sin ninguna consistencia. Así es, si confías en el dinero, en las posesiones, en el placer, en la fama, en el prestigio, en la suerte, verás que a la larga todo esto es pura vanidad ilusoria. Confiar en cualquiera de estas cosas es despreciar la misericordia de Dios.

Tal vez dirás: Pero yo confío en Dios. Escucha lo que dijo Jesús: "Porque donde está tu tesoro allí estará también tu corazón". ¿Dónde está tu tesoro? ¿Qué es lo más valioso para ti en esta vida? Pues allí está tu corazón, mas no en Cristo. El objetivo principal que se pretende de este verso, es conducirnos a algo más alto de lo que este mundo puede otorgar; y ese algo es Cristo, verdadera riqueza. Bienaventurados y felices seremos si llegamos a esta misma conclusión; que es en Jesús dónde Dios el Padre ha centrado todo lo que necesitamos para la vida y la devoción. 2 Pedro 1:3 -C.Spurgeon