AGOSTO 3


"Hijo mío, no rechaces la corrección del SEÑOR ni te disgustes por su reprensión". Proverbios 3:11


No consideres la corrección del SEÑOR como algo innecesario; sino más bien como un privilegio y un favor de Dios. No te disgustes de su represión, ni la consideres tediosa o difícil, sino resistela con paciencia y alegría. De la misma manera que Dios utiliza todas las estaciones del año para producir la cosecha, tanto el frío y la nieve del invierno como el calor veraniego, así también emplea el bien y las aflicciones, las providencias gratas y desagradables, para fomentar la santidad. La providencia invernal mata las hierbas del deseo y la veraniega hace madurar los frutos de justicia. Aun cuando Dios nos aflige es para bien, para hacernos partícipes de su santidad.

Dios ama tanto la pureza de sus hijos que nos frotará con mucha energía para eliminar la suciedad incrustada en nuestra naturaleza: él prefiere ver un roto antes que una mancha en el manto de sus hijos. A veces la dirección soberana de Dios es más suave, y cuando permite que su pueblo se siente a la orilla soleada del consuelo, apartado de los fríos vientos de la aflicción, es para hacer subir la savia de la gracia y acelerar el crecimiento de la santidad. Pablo lo entendía al exhortar a los romanos: "Les ruego por las misericordias de Dios, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios" Rom. 12:1. Esto implica que Dios espera un beneficio razonable de su misericordia para con nosotros.

Cuando el granjero abona la tierra, piensa recibir una cosecha mejor; también Dios lo espera, al prodigar su misericordia. Por ello censuraba a Israel por su ingratitud: "Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro, que ofrecían a Baal" Os. 2.8. Dios se airó por el adulterio de Israel a sus expensas. Ciertamente el Padre no quiere que sus hijos gusten de cosas inmundas. El alimento que Dios desea para sí y para sus hijos se compone del fruto agradable de la justicia y santidad, para saborear cuando Cristo entra en su huerto: "Vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía. He recogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido" Cant. 5:1. —William Gurnall


Así como el boticario hace que un veneno expulse otro veneno, así también Dios puede hacer que el veneno de las aflicciones expulse el veneno del pecado. Todas las aflicciones, dificultades y males que le acontecen al pueblo de Dios obran para su bien; porque Dios usa estas aflicciones para revelar el pecado; prevenir el pecado; hacer amargo el pecado; mortificar el pecado; revivir las gracias decaídas de Sus hijos; ejercitar las gracias de Sus hijos; aumentar las gracias de Sus hijos.... todas las aflicciones y dificultades con las que los justos se encuentran: sirven para curarlos del tumor del orgullo, o del tumor de la mundanalidad, o del tumor del amor propio, o del tumor de la hipocresía. —Thomas Brooks

Jesús ha dicho: "Yo reprendo y corrijo a todos los que amo". Apoc. 3:19 Para todos los que el SEÑOR ama, las aflicciones no son calamidades, sino beneficios y consuelos, porque son testimonios del amor de Dios. Son castigos no vengativos, a modo de corrección, para lograr muchos propósitos benditos en gracia. Dulce pensamiento y siempre vivo en el corazón....