AGOSTO 28


" Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo". Jeremías 31:33

Cuando la visión y la profecía fueran selladas, y Jesús asumiera el cuerpo que le fue preparado, y puesta su vida por la redención de un mundo perdido, y ascendido a lo alto, fuera enviado el don del Espíritu Santo, para dar un corazón nuevo y purificado. Entonces, Él será "su Dios", recibido y reconocido como su porción, y el único objeto de su devoción; y ellos serán su pueblo, no un pueblo exterior y terrenal, sino celestial y espiritual. Todos nacidos del Espíritu, y cada uno es descendencia de Dios; hechos partícipes de la naturaleza divina, para que lo amen perfectamente y engrandezcan dignamente su glorioso nombre. -Adam Clarke


"Yo seré su Dios". Cristiano aquí está todo lo que puedes pedir. Para ser feliz necesitas algo que te satisfaga. Y lo que te ofrece este versículo, ¡es suficiente! Si puedes vaciar en tu copa esta promesa, dirás con David "mi copa está rebosando", tengo más de lo que mi corazón puede desear. Cuando se cumpla en ti el "Yo soy tu Dios", entonces poseerás todas las cosas. Pero tú anhelas algo más que una reposada satisfacción; deseas en tus deleites llegar al éxtasis. Él es todo suficiente aunque todo lo demás fracase. ¡No hubo jamás posesión como esta! Él es mío para siempre, pues "¿Quién nos podrá del amor de Dios que es en Cristo nuestro SEÑOR?". Si en verdad Él es la vida de nuestra vida y la luz de nuestro deleite que podamos decir: "Sí, Tú eres mío, mi bendito SEÑOR, ¡Oh mi Amado, Tú eres mío! Y, comprado con tu preciosa sangre, Mi Dios y Salvador, yo soy Tuyo y tu eres mío".

Ven, alma, aquí hay música apropiada para el cielo. Ningún instrumento puede producir una melodía igual a esta promesa: "Yo seré su Dios". En esas palabras hay un profundo mar de gloria, un ilimitado océano de gozo. Ven, baña tu espíritu en él. Nada un siglo y no hallarás ribera; sumérgete por una eternidad y no hallarás fondo. "Yo seré su Dios". Si esto no hace saltar tu corazón de felicidad, entonces es seguro que tu alma no goza de salud. ¡Qué otra cosa puedes esperar que no sea el cumplimiento de esta gran promesa! ¡"Yo seré su Dios"! Esta es la principal de todas las promesas. El goce de esta promesa nos hace anticipar el cielo.

Creyente, saca provecho de este verso, "Seré tu Dios" y tu alma quedará satisfecha como el que disfruta de un suculento banquete, Sal.63:5. Esta preciosa posesión se convierte en el único tesoro para el creyente, tiene justicia, sabiduría, santificación y redención; tiene tanto la gracia como la gloria aseguradas, estas misericordias selectas son únicamente tuyas porque son de Cristo, y únicamente tuyas porque Cristo es tuyo. Todos los tesoros del pacto sin Cristo, no son nada, perderían la esencia y la dulzura. Teniendo a Cristo como nuestro, tenemos todas las cosas en Él, y por tanto nuestro único tesoro, nuestro Amado. Permanece en la luz de tu SEÑOR y permite que tu alma sea siempre atraída por su amor. Vive en consonancia con tus privilegios y regocíjate con gozo inefable. -C.Spurgeon