AGOSTO 23


«Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo», Marcos 9:17

No era mudo de naturaleza, sino por posesión demoníaca. La mudez espiritual es una gran calamidad. «Mudo está el incrédulo, porque no puede abrir su boca para confesar la fe en Cristo, la verdad y la vida, ni para alabar a su Creador y porque adorando a los ídolos mudos, se hace semejante a ellos: sujeto al imperio del demonio».- Cornelio  Esta es una figura de la impotencia de aquellos que son moralmente llevados cautivos por el demonio a su voluntad. Si el demonio mudo se introduce en un alma, lo echa todo a perder;  pero cuando Cristo echa fuera al demonio, los mudos hablan. Bienaventurados somos porque «el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo», 1 Juan 3:8

Cuenta primero lo que deseas que no se sepa. «Mientras callé, consumieron mis huesos» Sal.32.3. En tanto que intentamos ocultar nuestro pecado ruge por dentro y, como una herida infectada, se inflama horriblemente y causa un gran dolor. El estrés de una doble vida y el pecado no confesado hacen sentirse oprimido y seco. -C.H.S. ¡Fuera el espíritu mudo! ¡Abre el alma! Si te humillas delante del SEÑOR y te sinceras te aseguro la libertad de tu alma, «la verdad te hará libre».Jn 8:32, y la paz de Dios llenará tu mente y corazón. Humildad y sinceridad: son disposiciones absolutamente necesarias; hemos de abrir el alma, de par en par, de modo que entre el sol de Justicia, Cristo, y la claridad de su amor.

Algunos cristianos han deformado de tal manera su alma por causa de su mudez, su falta de humildad y sinceridad, les parece una cosa recta: piensan que es bueno ocultar o callar, en lugar de confesar y arrepentirse. Han recibido una excelente preparación, conocen la Palabra y las cosas de Dios; quizá por eso encuentran motivos para convencerse de que conviene callar. Pero están engañados en el error. La sinceridad es necesaria siempre; no valen excusas, aunque parezcan buenas.

Muchos para gratificar una condición de ambición, se desalientan en silencio. Son turbados por un demonio mudo, el cual es el peor de todos los demonios. Este demonio poseyó a Acab: » Acab fue a su casa triste y enojado ….se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió» 1 R. 21:4. Como rey, tenía muchas posesiones, pero al querer la viña de Nabot y no obtenerla, su deseo ambicioso y codicioso lo llevó al aislamiento, a querer morir de hambre y morir de desaliento. Un enmudecimiento melancólico es tanto un pecado como un castigo. Ningún demonio inquieto, molesta, debilita y consume el espíritu de un hombre, como este demonio mudo depresivo.  Pero, hay un enmudecimiento prudente, santo y lleno de gracia. Es un silencio que brota de principios prudentes, de principios santos, de motivos y consideraciones llenas de gracia. De este silencio habló David: «Enmudecí, no abrí mi boca, porque tú lo hiciste» Sal. 39:9. -Thomas Brooks

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