AGOSTO 18


"Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos". Salmos 119:15

El trabajo apropiado de la meditación es incentivar y encender los santos afectos. ¡Qué chispa de amor en un alma así! "En mi meditación se encendió el fuego", Sal.39:4. David meditó en la ley de Dios. "¡Cuánto amo tu Ley! Todo el día es ella mi meditación". Sal. 119: 97. "Estas palabras que te mando hoy, estarán en tu corazón” Deut. 6: 6. La Palabra no puede estar en el corazón, a menos que se forme mediante la meditación. La Meditación conduce a revelar una verdad al corazón. No es la ingestión de alimentos, sino la digestión lo que hace que se conviertan en nutrientes. De la misma manera, no se trata de asimilar una verdad al oído, sino de meditar en ella, es digerir en la mente lo que nutre.


Sin meditación, la Palabra predicada puede aumentar el conocimiento, pero no el afecto. Hay tanta diferencia entre el conocimiento de una verdad y la meditación en una verdad, como entre la luz de una antorcha y la luz del sol. Coloca una lámpara en el jardín y no tiene ninguna influencia. Pero el sol tiene una influencia dulce, hace que las plantas crezcan y las hierbas florezcan. De la misma manera, el conocimiento es como una antorcha encendida en el entendimiento, tiene poca o ninguna influencia; no hace que un hombre sea mejor. Pero la meditación es como el resplandor del sol: opera sobre los afectos, calienta el corazón y lo hace más santo. Hay muchas verdades que yacen, por así decirlo, en el corazón muerto, pero cuando las meditamos, comienzan a tener vida y calor. ¡Es la meditación en la Palabra la que da vida y hace al cristiano!

Sin meditación nos hacemos culpables de menospreciar a Dios y su Palabra. Si un hombre deja una cosa a un lado y nunca le importa, es una señal de que la desprecia. La Palabra de Dios es el libro de la vida; no meditar en él, es menospreciarlo. Si un rey emite un edicto o proclama, y los súbditos no se preocupan, es un desprecio de la autoridad del rey. Dios presenta su ley como un edicto real; si no lo meditamos, es un desprecio de su autoridad y un desprecio a la divina majestad. El que se dedica mucho a la meditación de la Palabra, con Sansón encontrará un panal en este deber. -Thomas Watson

El que tiene un deleite interno en algo no lo apartará mucho tiempo de su mente. Como el avaro con frecuencia vuelve a mirar su tesoro, así el creyente piadoso por medio de la meditación frecuente vuelve a la riqueza inapreciable que ha descubierto en la Biblia, el Libro del SEÑOR. Para algunos, la meditación es una tarea; para el hombre de camino purificado, es un gozo y un deleite. -C. H. S.


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