
Pacientemente esperé al SEÑOR» Salmo 40:1
No nos gusta esperar, queremos todo ya y ahora. Vivimos una época de cosas “instantáneas”, de “fast food”, nadie quiere esperar. Esperar produce ansiedad y estrés. Y el SEÑOR nos ordena que «por NADA estemos afanosos» Fil.4:6. Debemos aprender a esperar en el SEÑOR, con la ayuda del Espíritu Santo, aunque no haya una respuesta inmediata, de manera paciente, ferviente y constante. Con frecuencia David se sintió tentado a la impaciencia. Esperó mucho tiempo antes de que se cumpliera la promesa que el SEÑOR le había hecho, de llegar alguna vez al trono; sin embargo, David esperó pacientemente al SEÑOR para tomar posesión del reino.
Cuando no esperamos, y actuamos impulsados por la impaciencia y la ansiedad, los tiempos, y la voluntad de Dios, sino que tomamos nuestras propias decisiones y hacemos lo que a nosotros nos parece bien, tendremos graves consecuencias: “Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento que el Señor tu Dios te ordenó…”1 Sam. 13:13. El rey Saúl perdió la paciencia, estaba bajo una gran presión en la batalla contra los filisteos. Y en su impaciencia desobedeció la orden de Dios y actuó precipitadamente, el resultado fue, pérdida absoluta.La impaciencia de Saúl no sólo le costó la vida, también afectó a su familia, amigos y nación; ¿por qué crees que contigo sería diferente? 1 Samuel 31:1-6
Treinta años más de esclavitud, tuvo que padecer una generación, porque Moisés no consultó a Dios, y no esperó el tiempo que ÉL había determinado.Éx. 12:40. En una situación desagradable, es fácil hacer uso de los recursos puestos a nuestra disposición para salir de ésta, y EL Eterno no tiene problema en que los usemos, de hecho Él los usa, pero debemos tener en mente, que nuestro primer recurso, y por ende, el único, es el SEÑOR. «Porque ustedes tienen necesidad de paciencia, para que cuando hayan hecho la voluntad de Dios, obtengan la promesa» Heb.10:36
Todos tenemos necesidad de paciencia, como Pablo sufrimos pruebas y peligros en los viajes, en los ríos, por causa de los ladrones, entre los nuestros, en las ciudades, en la soledad, y por parte de los falsos hermanos.1 Cor.11: 26-27. El mundo es un lugar de destierro, una tierra cubierta de malezas y espinas, habitada por las lágrimas y todas las miserias, las enfermedades y la muerte . Todos los hijos de Adan son llamados a sufrir mil aflicciones diversas. Todos necesitamos, sin excepción, mucha paciencia.
Veamos qué admirable y constante paciencia manifestó Jesucristo, sobre todo durante su pasión. Job en su muladar, José vendido por sus hermanos, David perseguido, Daniel encerrado en la cueva de los leones, si estudiamos la vida y muerte de los apóstoles y de los mártires según lo describe Heb.11:36-37: Experimentaron insultos y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada. Anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados. Todos estos son modelos de una paciencia inalterable. Sufridas con paciencia, las tribulaciones momentáneas de la tierra son para nosotros, de una manera sublime, un eterno peso de gloria. 2 Cor.4:17
Cansen con su paciencia la malignidad de los otros. La paciencia es un escudo y un casco que repele y embota todos los dardos de los enemigos de la salvación y de las pasiones. Aleja todos los males, une bienes opuestos, y todo lo vence, resultando para el alma una paz dulce y preciosa. El hombre paciente es dueño de sus emociones y debilidades. -Cornelio Recuerda depender solamente del SEÑOR, y: ¡Espera el tiempo que Él ha fijado!
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