"Y cuando no aparecieron ni el sol ni las estrellas durante muchos días, y viniendo una tempestad no pequeña, se desvaneció toda esperanza de que fuéramos salvos". Hechos 7:20
La descripción que se da aquí de los cuerpos celestes que ofrecen una luz tan oscura, y la tempestad del mar que brama con tanta furia, debe haber hecho muy deplorable el estado de la tripulación de este barco en que iba Pablo en su viaje a Roma, al enfrentar una fuerte tempestad y un naufragio. De esto aprendemos: Cada creyente en Cristo, debe tener en cuenta que en el viaje a la ciudad del Dios vivo, se encontrará con tormentas y tempestades que amenazan con hacerlo naufragar. Y mientras sufre la furia de las olas del mar, los cuerpos celestes parecen suspender su luz. Pero, aunque toda esperanza de ser salvo por medios humanos había terminado, Pablo conocía el recurso que tenía en el SEÑOR, la Fe en Él: "Confío en Dios que será así como se me ha dicho" Hec. 27:25
Que por una tormenta como la del naufragio del barco que navega bajo la bandera de la "justicia propia", toda esperanza de ser salvo por ti mismo pueda ser quitada de ti. Porque algunos que "no conociendo la justicia que proviene de Dios y procurando establecer la suya propia,no se someten a la justicia de Dios". Rom.10:3, dicen: Como "no podemos ser salvos por obras (Efe.2:9), nos pondremos al abrigo de alguna iglesia y tendremos ceremonias para ayudarnos", acuden a la Palabra de Dios en busca de consuelo, pero, como los marineros, no obtienen alimento, porque no hay consuelo para quienes creen que pueden salvarse a sí mismos.
Y cuando el huracán los haya arrastrado al mar, y hayan descubierto que no hay salvación para un alma ni en las ordenanzas, ni en los rituales, ni en la religión, sino solamente en Cristo y en Su Sangre Preciosa que puede limpiar de todo pecado, aplicada por la fe, por medio del Espíritu Santo que da paz al alma. "En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" He. 4:12. Si la esperanza de salvación no está en Él ¡ay pobres almas!
Dios se complace en ayudar a los que han perdido las esperanzas de ser salvos. Cuando no aparecieron ni el sol ni las estrellas durante muchos días, el Sol de Justicia, Cristo brilla a través de esa tormenta negra de iniquidad, pecado y engaño, por encima del rugido y el poder de esa tormenta, el pecador náufrago y sin esperanza escucha Su voz sobrenatural, apacible y dulce, diciendo: "El que en mi cree será salvo...no morirá jamás" Jn 3:18 Jn 11:26. Y si nosotros los creemos nos sentimos intimidados por la oscuridad de un mundo perdido, echemos el ancla de la esperanza de gloria, Cristo en nosotros Col.1:27, dentro del velo del cielo, oremos y esperemos hasta que amanezca y la estrella de la mañana, Cristo, salga para alumbrar el corazón de cada pecador. 1 Ped.1:19