JUNIO 15

Aunque ahora por un poco de tiempo, les sea necesario soportar diversas pruebas y aflicciones"; 1Pedro 1:6


El SEÑOR ama a Sus hijos, y es muy indulgente con ellos en la medida en que puedan sobrellevar la aflicción de forma segura. Sin embargo, ¡Él no los maltratará! Su enfermedad del pecado requiere medicamentos fuertes, algunos de los cuales son muy desagradables. Y cuando nuestro caso lo requiera, ninguna súplica de corto alcance nos excusa de tomar lo que Él prepara para nuestro bien.

Es reconfortante saber que cada dosis es preparada por la mano de Dios, y ninguna es administrada en vano, ni se repite más de lo necesario para responder a su propósito. Hasta entonces, ninguna otra mano puede eliminar la aflicción que Él pone sobre nosotros. Cuando resuelva Su designio misericordioso, Él nos auxiliará; y, mientras tanto, moderará de tal modo la operación, o aumentará nuestra capacidad de soportarla, para que no seamos abrumados por ella.

Las aflicciones son convenientes y en cierto grado necesarias para mantener viva en nosotros una convicción de la vanidad y la naturaleza insatisfactoria del mundo actual y de todos sus goces; para recordarnos que este mundo pobre no es nuestro descanso; y para llevar nuestros pensamientos hacia arriba, el cielo, donde está nuestro verdadero tesoro y donde debe estar nuestro corazón. Mat.6:21

Cuando las cosas del mundo nos conducen a nuestros deseos, nuestros corazones son demasiado propensos a querer estar aquí. Por este motivo, el SEÑOR, mediante el dolor, las pérdidas, la enfermedad y las desilusiones, debilita nuestro apego a este mundo, y hace que la idea de dejarlo sea más deseable. Las adversidades son medicinas que nuestro Médico misericordioso y sabio prescribe, porque las necesitamos; y Él proporciona la frecuencia y el peso de ellas según lo requiera el caso. Es verdad, sin una sola excepción, que todos Sus caminos son misericordia y verdad para aquellos que le temen. El SEÑOR nos aflige para nuestro bien, ¡pero siempre es mil veces menos de lo que merecemos! —John Newton

Cuando el pecador es llevado al arrepentimiento, por la corrección de Dios, es tiernamente sanado para que recupere la salud de su alma. Después de una fundida y fuerte erupción, el polvo volcánico hace un suelo rico y fértil. De modo que las aflicciones y las dificultades fertilizan el alma y la hacen más prolífica en paciencia, amor, fe y gozo.


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