JULIO 17

"Porque fuerte como la muerte es el amor" Cantares 8:6

Este verso ilustra la hermosura del amor de Cristo por su esposa, la iglesia, la congregación de creyentes, Efe. 5:25-32. El espíritu radiante de quien escribió este verso vislumbra al Salvador viviente. ¡En Cristo el amor ha sido más fuerte que la muerte! Impulsado por su inmenso amor murió por nosotros, Jn 3:16. El amor de Dios culmina en el regalo de su Hijo, Cristo, por nuestra salvación. Esta es una obra universal y personal: "Me amó y se entregó a sí mismo por mí" Gal 2: 20. Que podamos conocer el amor de Cristo por nosotros. Dediquemos mucho tiempo a pensar en ese amor.

Es fuerte la muerte, que puede privarnos del don de la vida. Pero es más fuerte el amor de Cristo, que puede restituirnos a una vida mejor. Es fuerte la muerte, que tiene poder para despojarnos de este cuerpo. Pero es más fuerte el amor de Cristo, que tiene el poder de transformarnos, "pues nuestra naturaleza corruptible se revestirá de lo incorruptible, y nuestro cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad", 1 Cor.15:52-55. Es fuerte la muerte, de la que nadie puede escapar. Pero es más fuerte el amor de Cristo, capaz de vencerla, ha sido devorada por la victoria del SEÑOR en la Cruz. Su amor da muerte a la misma muerte. Por eso dice: "Oh muerte, yo seré tu muerte"; Ose. 13:14


El amor humano se transforma, falla, termina, pero el amor de Dios en Cristo, fluye de su corazón al nuestro, y permanece para siempre. "El amor nunca deja de ser" 1Cor 13:8. Jesús se encuentra en estas frases resplandecientes. Pablo sustituye su glorioso nombre por la palabra "amor". Todo en esta tierra termina, pero este amor, siendo de Cristo y en Cristo, y como tal, siendo inmortal, incorruptible y eterno, no puede acabar, sino que perdura para siempre. Por tanto, se debe preferir este amor antes que a los dones y deleites temporales y perecederos. El amor divino es el padre de todo lo que es más deleitable. Nos acompaña, prepara y adorna en la eternidad; es más, es la mismísima felicidad del cielo. Que podamos conocer el amor de Cristo por nosotros y que dediquemos mucho tiempo a pensar en ese amor.

Por todo esto, sea tu amor a Cristo fuerte y constante, para que no huya ante tus temores, ni se desmorone por los sufrimientos. Sea pues, tu amor por Él ferviente, puro, fuerte, constante. Amalo con todo tu corazón; con toda la atención de tu mente; y con todas tus fuerzas. Mat.22:37. Amarlo así, consiste en desechar cualquier otro amor o seducción carnal, huir y despreciar toda gloria humana, desechar toda impureza de la carne y del corazón, y adherirse a todo lo que a Él le agrada. Sea el SEÑOR Jesús tierno y dulce para tu afecto. Así neutralizas la seducción halagadora y necia de la vida, y una dulzura sobrepasará a la otra, como un clavo saca otro clavo. - Bernardo