"Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: "¿Cuánto me darían, si yo les entrego a Jesús?". Y ellos le asignaron treinta piezas de plata". Mateo 26:14-15
Judas, el traidor, tuvo el privilegio de estar en la compañía de Jesús, por casi tres años y medio. Vió los milagros de Cristo, escuchó sus divinas enseñanzas y tenía el hábito diario de conversar con Él. Sin embargo, Satanás se había apoderado completamente de él Jn 6:70. No abandonó a Jesucristo inquieto por el temor, sino que se dejó arrastrar por la codicia, "por el amor al dinero la raíz de todos los males" 1 Tim.6:10. El alma codiciosa de ganancias no teme condenarse para siempre, por una pequeña cantidad; y no hay vestigio alguno de justicia en aquel corazón, en el que la avaricia ha hecho su morada. Así, Judas cegado por el veneno de la ambición vendió a su SEÑOR y Maestro. Por esto dijo: "¿Cuánto me darían, si yo les entrego a Jesús?"
En nosotros también Satanás encuentra acuerdo para la mayoría de sus propósitos: "Cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido. Entonces cuándo la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte". Sant. 1:14-15. Así es como tentó a Judas. Apeló a su deseo, ofreciéndoles treinta piezas de plata. Apeló a la propia corrupción de Judas, que era codicioso y ladrón.
La ambición y maldad de Judas cegaron en su corazón todas las luces de la verdad eterna, que le impidieron ver la deformidad de su pecado, la belleza de la gracia que perdió, su alma vendida al diablo, se lanzó en medio de estas tinieblas de horror y espanto, a todos los peligros y desdichas a que el demonio dueño absoluto de su alma quería precipitar. Por eso nos advierte Pablo para evitar tanta ruina en los creyentes y en los ministros de la iglesia, dice: "No den lugar al diablo" en sus corazones. Ef.4:27
Muchos se horrorizan de la maldad de Judas; pero muy pocos procuran evitar caer en ella. Muchos predican a Cristo como Judas por interés del dinero, estos como él venden y entregan a Cristo. Todos los que reciben algo de las cosas mundanas, arrojan fuera de su alma al Salvador, y a la Palabra de la verdad que hay en ellos. ¡Que terrible, que locura, es acumular riquezas temporales y perder el cielo! Judas llamó a Cristo SEÑOR, y, sin embargo, le traicionó. ¡Cuántos Judas besan a Cristo y sin embargo lo traicionan! Lo profesan en sus palabras, pero en sus obras lo niegan. Cuantos "dicen y no hacen". Mat.23:3 Doblan sus rodillas a Él, y, sin embargo, lo desprecian en su corazón. Le llaman Jesús, y no lo obedecen como SEÑOR.- Thomas Brooks
¡Ay, pues, de todos los traidores de Cristo! Porque aunque no entreguen al Salvador para ser crucificado, lo entregan como alimento a sus inicuos miembros. ¡Ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Y para explicarlo más añade: "Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido". Mat.26:24- Agustin