MARZO 22


"La hora viene, y ya ha llegado, en que ustedes serán esparcidos, cada uno por su lado; y me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo". Juan 16:32

"La hora viene", al día siguiente, cuando sería crucificado, el momento de su última agonía, los discípulos que los seguían mostraron cuán frágil era el vínculo que los unía a Él. Mientras todo iba bien y los vientos soplaron a su favor, parecían creer. Mientras Jesús desafiara con calma a las peores conspiraciones de los judíos, escapara de sus manos, continuara agregando un hecho maravilloso a otro, ellos parecían creer. Pero cuando llegó la hora y Jesús fue traicionado y apresado, todos lo abandonaron y huyeron a donde creían estar a salvo del peligro inminente; de modo que me quedaré solo para encontrar a mis enemigos. Sin embargo, no estoy solo, porque mi Padre está conmigo continuamente.

En cada copa hay algo dulce, en cada nube una luz, y en cada soledad de la experiencia cristiana hay una presencia. Así sucedió con Jesús, que moldea a todos sus discípulos para que sean como Él. Jesús nunca estuvo menos solo que en el momento en el que, lamentándose, dijo a los discípulos: "me dejaran solo", porque recuperándose del doloroso sentimiento de la deserción del hombre, añadió: "más no estoy solo, porque el Padre está conmigo". Jesús nunca estuvo solo en realidad.

Apartándose de la sociedad humana, y zambulléndose en la soledad más profunda, como con frecuencia hacía, la presencia de su Padre estaba allí para endulzar y suavizar la soledad, para reponerle y fortalecerlo para la obra que le había encomendado hacer, y para hacer que esas largas horas de la medianoche, que esas horas de santa vigilia y lucha en oración, estuvieran llenas de melodiosa música, y que resplandecieron con la luz del cielo. ¡Oh, Jesús no estaba completamente solo! Y tampoco lo estás tu hijo-a de Dios.
Si estoy decayendo, tú estás cerca de mí. Cercano para llevarme por el camino. Si estoy rogando, tú me escucharás y responderás cuando oro. Así que, alma mía, ya que Dios te ama, no desmayes, no decaigas, no temas, porque aunque el cielo está muy alto por encima de ti, Él siempre está cerca. -Octavius Winslow