MARZO 14

Susténtame conforme a tu Palabra, y viviré; Salmo 119:116
Los creyentes tienen el consuelo de poder sustentarse de algo que el mundo no sabe nada. Tenemos el consuelo de las promesas de Dios. Las cosas terrenales son sí y no, pero "Todas las promesas de Dios son en Él sí y amén en ÉL" 2 Cor.1:20

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Las cosas terrenales son engañosas, pero las promesas son seguras y fieles. Lo terrenal solamente alimenta los sentidos, pero las promesas llenan y sustentan el alma. El que vive de las promesas, vive por Fe, y la vida de Fe es la única vida segura y verdadera del mundo....La vida de los sentidos está llena de decepciones, preocupaciones y problemas que distraen. Pero vivir sobre las promesas de Dios es la única vida tranquila, el alma que vive por la Fe se llena de calma.-Mattew Mead

En nuestros períodos más oscuros no hay nada que prevenga nuestra desesperación como la promesa del SEÑOR; Sí, a veces parece que no hay nada entre nosotros y la autodestrucción, excepto la Fe en la Palabra eterna de Dios. Cuando estábamos agotados por el dolor, y el cerebro ofuscado y la razón casi extinguida, un texto dulce ha susurrado seguridad alentadora, y nuestra pobre mente ha reposado de su lucha en el seno de Dios. Lo que era nuestro deleite en la prosperidad ha sido nuestra luz en la adversidad; lo que de día nos ha impedido la presunción, de noche nos ha impedido perecer.

La Palabra de Dios es ungüento para el santo enfermo, una medicina preciosa para evitar que el pueblo de Dios perezca en tiempo de aflicción. Fue la Palabra que sustentó a Jacob para que no se hundiera cuando su hermano Esaú avanzaba furiosamente para destruirlo, rogó Y tu dijiste: " Yo te haré bien"Gén 32:12. De este modo la promesa de Dios le Sostuvo. También sostuvo a Josué y le permitió luchar valerosamente las batallas del SEÑOR, porque Dios había dicho: "No te dejaré ni te abandonaré" Jos. 1:5. -C.H.S

Una viuda pobre había recibido su asignación diaria y acudió a la tienda para gastarla de la mejor manera posible. Tenía sólo unas monedas. Las gastó en todo lo que era necesario en el estado de agotamiento en que se hallaba. Hasta que solo le quedaba la última moneda y, con una expresión de heroísmo y resignación en su arrugado rostro, dijo: "Ahora he de comprar aceite para encender la lámpara, pues he de leer la Biblia durante la noche. Es mi consuelo cuando todo lo demás ha desaparecido". -Alexander Wallace


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