JULIO 29


"¡Y CON EL FAVOR del que habita en la zarza!" Deuteronomio 33:16

Esta es la extraordinaria bendición que Moisés deseó a José. El que habita en la zarza que nunca, jamás se extingue es el SEÑOR. En Su favor está el origen de toda cosa buena que recibimos. La elección es de acuerdo al agrado de Su favor. Él nos eligió porque quiso escogernos, porque quiso otorgarnos Su favor: La redención surge de ese favor. ¡Qué más que Su favor podría darnos el Salvador, a seres tan indignos como nosotros! Nuestro llamamiento a la vida divina es una obra de Su favor. Nuestra preservación en esa vida, nuestro crecimiento en ella, y todas las bendiciones con las que Dios llena esa vida para hacerla bendita, ¡todo eso es el fruto de Su favor!

No encontramos ni una sola bendición que nos haya llegado por la vía del mérito. Podemos decir de cada bendición, que es conforme a Su misericordia y a Su piedad. Él nos perdonó gracias a un favor para con nosotros. Él nos restauró de nuestros descarríos por causa de Su favor. Él nos limpia diariamente, y nos hace aptos para participar de la herencia de los santos en luz, y todo por causa de Su favor, a este le debemos el pacto de la gracia y todas las bendiciones que son prometidas por ese pacto para nosotros.

Por tanto, al desearle a cualquiera, que reciba "el favor de Dios que habitó en la zarza", se le desea el manantial de todas las misericordias; se le desea la infinita inmensidad de la inmutable bondad y amor de Dios. Esta es una bendición integral, y no hay palabras que puedan describir todas sus alturas y sus profundidades, el aire que respiramos, el poder de respirarlo y la salud que nos permite, los sentidos con los que oímos y leemos las palabras y las buenas nuevas que nos son presentadas para que veamos y escuchemos, todo ello, nos viene por Su favor, y nos resulta más dulce porque reconocemos el favor de Dios en todo eso.

Cristiano, sé agradecido, cuando sabes que tus pruebas son también frutos de Su favor, eso las vuelve agradables para ti. No siempre logramos convencer a nuestros corazones de que la vara es algo bueno; no siempre persuadimos a nuestra incredulidad de que nuestras horas oscuras, opresivas y sombrías son realmente para nuestro bien; pero lo son, y lo creeremos, cuando percibamos que son enviadas como un favor para nosotros; que no son provenientes de la ira, sino del amor, de un amor por nosotros que lo lleva a sacarnos de nuestros pecados y a apartarnos de nuestras debilidades, y a conducirnos a un estado más elevado de gracia, atrayendonos por Su amor Divino hasta hacernos semejantes a Él.

Todo lo que nos viene de Dios, genera una doble bendición cuando sentimos que es el fruto de Su favor. Él es la fuente de toda bendición y el endulzante de la bendición. Entonces, tanto la prosperidad o la amargura, son en verdad dulces, cuando están rociadas con la miel de Su amor. Pero sin Dios, ¡Ay de ti, alma mía, aunque estuvieras en el Paraíso! Pero con Dios, ¡tendrás gozo y bienaventuranza aunque estuvieras en la prisión! Todas las cosas y placeres del mundo, perecerán con el uso; como hojas del bosque, se marchitarán en breve; pero Tú, Dios mío, eres un árbol de vida que no se marchita, y debajo de Ti tengo siempre una sombra; sentado bajo Tu sombra con gran deleite, siempre he de tener alimento, pues Tu fruto es dulce a mi paladar. Me regocijaré en Ti, pues Tu favor es mejor que todas las cosas. Sí, el favor de Dios es una mayor bendición que todas las bendiciones del mundo.

Si tú careces de este favor puedes tenerlo así: Acepta el don que Dios te presenta en Su amado Hijo, Jesucristo. "¡Gracias a Dios por su don inefable! "2 Cor.9:15. No teniendo nada, tomas a Cristo para que sea tuyo !y tendrás todo! Estando solo, sin esperanzas y deprimido, esto es, desnudo y pobre espiritualmente, deja que Él sea tu vestido y tus riquezas. Si es así, tienes la voluntad de Dios, tienes el favor de Dios, pues tienes a Cristo, que es el favor de Dios para con nosotros, que se hizo hombre para redimirnos del pecado y darnos vida eterna. Que el SEÑOR nos conceda, entonces, a cada uno de nosotros, esta bendición: "Tener Su favor". C. Spurgeon