AGOSTO 6


"Nuestros días sobre la tierra son como una sombra que no dura". 1 Crónicas 29:15

Toda la vida ha sido comparada con la sombra de una corona de humo; un gesto en el aire invisible; un jeroglífico trazado por un instante en la arena, y borrado un instante después por un soplo de viento; una burbuja de aire que se desvanece en el río. Peregrinos y extranjeros en esta tierra, como lo fueron todos nuestros padres, tal es la confesión universal. Pero aun así puede hacer una obra que durará siglos. David y los hombres de su época, aunque transitoria su estancia en nuestro planeta, dejaron tras de sí una prueba permanente de que habían estado aquí. Nuestra vida no es nada, pero puede ser divina: nuestros días son como un soplo, pero pueden afectar a las generaciones por nacer: la tienda del cuerpo está dejada a un lado, pero el alma, que había morado en él, es inmortal en su toque: deja huellas de su propia inmortalidad en sus obras, y vive en ellas. En cierto sentido, la respuesta a la antigua oración es cierta: "La obra de nuestras manos confirma". Salmo 90:17 Pero bien podemos pedir que sean tales que no tengamos de qué avergonzarnos.

Pero, para esto, Dios debe vivir poderosamente dentro de nosotros. Dijo nuestro SEÑOR: "Permanezcan en Mí.... Los he designado para que den fruto, y su fruto permanezca". Es imposible estar en verdadera unión con Cristo sin sentir el pulso de su vida gloriosa; y donde entra como un río de marea, sólo puede tener un resultado ‑‑ debe manifestarse en fruto. Es solo en la medida en que nuestras obras se hacen en Dios, y Dios impregna nuestras obras, que se convierten en fuentes de bendición duradera para el tiempo venidero. Aunque seamos pasajeros, si pasamos nuestra vida delante de Él, podemos construir templos para Dios en nuestro corazón y en los corazones de otros que sobrevivan a los restos de la materia.- FB Meyer

David entendió su fragilidad en esta tierra cuando clamó: "SEÑOR, hazme saber mi fin, Y cuál es la medida de mis días, Para que yo sepa cuán efímero soy. Tú has hecho mis días muy breves, Y mi existencia es como nada delante de Ti.... todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo un soplo". Salmo 39:4-5 Los que están más avanzados en la vida tampoco son más reflexivos sobre este tema. Comprometidos en los negocios mundanos, en la búsqueda del éxito y cosas materiales y efímeras, alejaron los pensamientos de la eternidad, tanto como lo hicieron en medio de las actividades más placenteras de la juventud. E incluso cuando llegan a la vejez, están tan lejos de realizar las expectativas de muerte y juicio como siempre.

Incluso cuando enferman de gravedad trabajan bajo la misma ceguera mental. En lugar de hacerlos reflexionar sobre su fin, lo que hace es alejarlos de la expectativa de muerte. Están tan lejos de dejar este plano terrenal que todavía están animados con esperanzas de la habilidad de su médico, cuando todos a su alrededor ven que se están hundiendo rápidamente en la tumba. Cualquiera que sea la edad o el estado de un hombre, es Dios, y solo Dios, quien puede "hacer que él sepa y sienta a fondo lo frágil que es, y que "sus días sobre la tierra son como una sombra que no dura " -Charles Simeon

El objeto de la petición de David; no saber la hora de la muerte, o los medios que Dios en Su sabiduría puede designar para producir la terminación de la vida; esta reflexión puede impresionar de tal manera nuestra mente con un sentido de la fragilidad del cargo en la vida, que una preparación habitual, como un peregrino en su viaje, puede prepararlo siempre para la salida de este mundo. Cuán dulce y cariñosamente refuerza Jesús esto, cuando dice: "Por tanto, también ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo esperen". Mateo 24:44 . Hawker's Poor