"Mientras el rey estaba a la mesa, Mi nardo esparció su fragancia." Cantares 1:12
Por el Rey, no hay duda que se refiere a Cristo. En su doble naturaleza de Dios-hombre y en su carácter mediador como Redentor, Cristo es el Rey de Dios; Rey de Sion; Rey de los creyentes. Y cada uno es admitido en la presencia del Rey, como la esposa y la amada del Rey. Este privilegio es la garantía del creyente de todo lo que necesita para el tiempo presente y la eternidad. "Bienaventurados los que comen y beben con Él en Su reino", Luc. 14:15 primero de gracia, y luego de gloria. Así sentados con Su rey es una señal de comunión en Su presencia con los más dulces amigos.
"El rey estaba a la mesa". Cristo un banquete celestial preparado por Él para todos los salvos. Él mismo dice "que está a la puerta y llama; y que si es admitido habrá un banquete mutuo. Cenará con su pueblo, y ellos cenarán con él". Apoc. 3:20. Así es, mientras su gracia fluye hacia ellos, y se ejercitan en la fe, amor, esperanza y deseo, todos van hacia Él y sobre Él, y cuando las bendiciones descienden, las alabanzas suben; y toda Su bondad y Su gloria pasa delante de ellos. Y también tiene una mesa en la tierra: Ya sea el pacto de gracia, las Escrituras de la verdad, las ordenanzas del Evangelio, sus providencias. Y hay una mesa designada por el Rey para el refrigerio, el consuelo y fortaleza de cada creyente en el desierto.
"Mi Nardo", se refiere a Cristo, el Amado de la esposa, "unida a Él y siendo un solo Espíritu con Él", puede decir: "Mi amado es mío y yo soy suya". Cant.2:16 Y para manifestar Su majestad, poder y gloria en ella dice: "Mi nardo esparció Su fragancia". Si Cristo es manantial del que fluyen ríos de agua viva Juan 4:14, pan que da la vida eterna, Juan 6:35, es también nardo que esparce Su fragancia, haciendo cristianos (ungidos) a los que unge con Su Espíritu Santo.... Él se presenta a cada alma, por medio de la oración, en la forma que Él sabe que es más provechosa, no deja ningún sentido del alma privado de Su gracia. -Orígenes
El nardo también representa el estado del alma de un verdadero creyente. Los naturalistas dicen que es un arbusto pequeño y despreciable en sí mismo; pero, sin embargo, mediante un proceso cuando se convierte en un ungüento, es muy costoso y muy estimado, tanto por su fragancia como por sus virtudes. Esto expresa que, cuando el alma está hundida por el pecado, la luz de la verdad de Cristo, la hace sentir muy baja y despreciable. Pero cuando es lavada en la sangre de Cristo, la esposa es embellecida por Él, por eso dice: "Toda tú eres hermosa, amada mía, en ti no hay mancha(de pecado)" Cant.4:7
Y cuando el Espíritu Santo ha plantado en el corazón sus dones, el creyente es llamado a ejercitarse en la presencia de su SEÑOR, los efectos producidos son similares a los de alguna dulce flor del jardín que, mientras el sol brilla sobre ella, extrae con el calor de sus rayos el fino aceite de su follaje, y el aire se impregna de su aroma; de modo que el SEÑOR Jesús, el Sol de Justicia, brillando sobre las gracias que ha dado al creyente, trae sus dulces aromas a nuestra vida y "por medio de nosotros da a conocer Su mensaje, el cual se esparce por todas partes como un aroma agradable. Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden". 2 Cor.2:14-15
El perfume de nardo de María se registra con un honor peculiar, como muestra de su amor que derramó sobre los pies de Jesús. "Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús". Juan 12:3. Y fue durante la cena en la mesa que ella le adoró. Es como si dijera: Mientras mi Rey, mi Redentor se sienta a Su mesa; es para mí todo lo bendito y costoso, esparde toda Su fragancia. Él es todo el disfrute. Él es el Altar, el Sacrificio y el Sacrificante en el santuario. Y Él es la Cabeza gloriosa, el proveedor de todo en Su mesa. Todo aquí es de Jesús. Todo está en Jesús, "Él es la plenitud que lo llena todo en todo". Ef.1:23. Él es el SEÑOR mi justicia. "Él me ha sido hecho por Dios, sabiduría y justicia, santificación y redención; que según está escrito, el que se gloría, gloríese en el SEÑOR". 1 Cor. 1:30-31. ¡Qué hermosa vista ofrece este versículo, tanto de la gracia del Redentor como de la felicidad del alma, cuando vive bajo el disfrute de Su presencia!