"¿Por qué come con recaudadores de impuestos y con pecadores?" Marcos 2:16
Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Mat.9:10 La conversión de Mateo fue una muestra de perdón para muchos otros publicanos y pecadores, reunidos con Jesús en su casa. Y cuando los fariseos vieron a Jesús comer con ellos preguntaron a los discípulos: "¿Por qué come con recaudadores de impuestos y con pecadores?" Los fariseos critican a Jesús, considerándose ellos puros y justos, evitaban el trato con los pecadores. Los pecados a los que la sociedad hace un guiño son peores que los que censura. El pecado más alarmante es el autoengaño de que no tenemos pecado.
Jesús es acusado de sentarse cerca del pecador, de tener hambre de su conversión, de preferir el alimento de la misericordia. Asistió a los banquetes de los pecadores para tener ocasión de enseñarles, y dar alimento espiritual a los que lo invitaban. Cristo vino a esta comida; vino para estar entre los invitados a fin de que, los condenados a muerte tengan vida eterna; Jesus que es la Resurrección y la vida se ha acostado para que los muertos en el pecado vivan; vino para que el hombre llegue hasta Dios; el juez ha venido a la comida de los culpables para sacar a la humanidad de la sentencia de condenación; el Médico divino ha venido a los enfermos para sanarlos comiendo con ellos; el Buen Pastor da su vida para devolver la oveja perdida al establo de la salvación Luc.15:3-7.
"Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" Marc.2:17 Se llama Médico a sí mismo, porque fue herido a causa de nuestras iniquidades, Isaías 53:4-5, nos ha dado una medicina admirable contra la más mortal de las enfermedades, el pecado. Llama (irónicamente) sanos y justos a los que, queriendo establecer su propia justicia, no se someten a la justicia de Dios, Rom 10:2. Llama con verdad enfermos y pecadores a los que, convencidos de su debilidad, y viendo que no pueden justificarse por la ley ni salvarse por sí mismos, se humillan y creen en Él: "No he venido, por los justos, sino por los pecadores".
Con Dios, por medio de Cristo, hay misericordia para perdonar los mayores pecados, y gracia para cambiar a los mayores pecadores, y hacerlos santos. Porque donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, Rom. 5:20. Ningún convertido debe desconfiar de la salvación, puesto que Mateo se vió transformado de repente de publicano en Apóstol. "Los fariseos pensaron acuñar un término de reproche, pero agregaron una corona de gloria. En la eternidad, Jesús, el Amigo de los pecadores rodeará Su mesa con los pecadores salvos que se han convertido en Sus invitados. - FB Meyer