Porque mejor es un día en Tus Atrios que mil fuera de ellos. Prefiero ser portero del templo de mi Dios, que vivir en lugares de maldad. Salmo 84:10
Es como si David dijera: "si solo tuviera un día para vivir, lo pasaría en tus atrios, en tu presencia, en oración". Nos dice que prefiere ser el humilde portero de "la Casa de mi Dios" que disfrutar de todas los placeres, riquezas y lujos del mal. Un portero vigila, vela. Así el creyente está vigilando en oración. El SEÑOR dijo: "Velen y oren". El cristinao como David quiere ser encontrado en la presencia del SEÑOR, rendido a la perfecta voluntad de Dios para su vida. En otras palabras, quiere vivir en el campo de batalla consagrado fielmente al SEÑOR que lo buscó y lo rescató del pecado y la destrucción eterna. Si tuviera solo un día de vida, quisiera vivirlo aún rindiéndome a la voluntad del SEÑOR. No hay llamado más alto que ¡el de ser simplemente lo que el SEÑOR quiere que seas! ¡Cuando el SEÑOR es "Mi Dios", todas Sus cosas serán sumamente preciosas para mí y desearé estar cerca de Él en todo momento! "Prefiero ser portero del templo de mi Dios". "Y nosotros somos el templo de Dios y la morada del E. Santo". 1 Cor.3:16 ¡Que privilegio tan grande! El Rey de reyes ha venido a morar en medio de su pueblo, santificándolo para que sea su casa. El creyente debe ser limpiado de todo pecado y completamente consagrado a Él. Dijo David: " ¡La santidad es el adorno eterno de tu templo!", Sal.93:5. Esta belleza no es exterior, ni la de un edificio lujoso, sino interior, de un corazón redimido de todo pecado, regenerado, santificado por la obra del E. Santo. " Dios no habita en templos hechos por manos humanas" Hechos 17:24. La remisión de los pecados, la salvación en Cristo es gratuita, no necesitas traer plata, oro o piedras preciosas. La salvación es para cada alma y para cada pecado. La salvación es eterna. Comienza en la tierra y continúa en el cielo. Dios ha adornado la obra de Sus manos con esta maravillosa belleza del templo que es la de un carácter puro y sincero. El adorno del templo del SEÑOR está en el corazón que ama al SEÑOR sobre todas las cosas de este mundo, con toda su mente, con toda su alma y con todas sus fuerzas.
Sin duda, el salmista tenía excelentes razones para preferir estar en la presencia del SEÑOR en oración que vivir en lugares de maldad. Y nosotros también. El cristiano ama y prefiere estar en Su presencia porque es la morada del Altísimo, porque encuentra el perdón, la paz que llena el alma y renueva la fe, consuelo al dolor, es reconfortado el corazón y es guardado de la maldad. Allí se deleita estando mucho tiempo, allí donde está presente el SEÑOR, donde su alma queda muy satisfecho, como el que disfruta de un banquete delicioso. Salmo 63:5. Allí donde nuestras alegrías mentales dentro de estos templos terrenales no son sino el comienzo y el anticipo de las alegrías del cielo.
Busquemos vivir una vida de comunión con Dios y alabarle. Que nuestra vida sea adoración. "Entren por Sus puertas con acción de gracias, y a Sus atrios con alabanza. Denle gracias, bendigan Su nombre". Salmo 100:4 Que prefiera ser portero del templo de mi Dios, que vivir en lugares de maldad. Esta es la mejor parte que escogió María, la cual no le será quitada. ¡Oh! Tú, SEÑOR, modelo supremo de todo lo que es hermoso y lleno de gracia; ¡Tú, precioso Jesús! Tomaste sobre ti la forma de un siervo, para que fuéramos libres para siempre, Juan 8:36. ¡SEÑOR, que ame las puertas de tu casa y viva allí para siempre!
ORACIÓN: ¡Alégrate, pues, alma mía! Tu Dios, tu Rey, tu Jesús reina. ¡Sí! Bendito SEÑOR, tú habitas, reinas y gobiernas en mi corazón. Manifiestas a mi alma que has sometido mi terco corazón, y me has puesto bajo tu cetro de gracia. Y tú, SEÑOR, reina en mí, y gobiernas en mí y por mí, contra todo ejército de enemigos y ríos de impíos, sean del pecado o de Satanás, de mis deseos o del mundo. Y, oh SEÑOR, dame deseos de conocerte, de obedecerte y de vivir para ti y para tu gloria. Porque mejor es un día en Tus Atrios, en tu presencia, que mil fuera de ellos. Prefiero ser portero(vigilar, velar en oración) del templo de mi Dios, que vivir en lugares de maldad.- Amén