"Grábame como sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo" Cantares 8:6.
Esta es la oración de quien tiene el gozo presente de la comunión con Cristo, pero temerosa de que esta comunión sea interrumpida, aprovecha la oportunidad para rogar por algo que será como señal permanente de un pacto entre ella y su Amado, cuando Su presencia visible sea retirada. " Grábame como sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo". ¡SEÑOR, hazme saber que mi nombre está grabado en tu corazón! Escribe mi nombre no solo en tu corazón, sino que sea como una marca para que pueda verlo. Me conviene que así escribas mi nombre en tu brazo y en tu corazón, porque sé que tu amor es fuerte; que es firme; que tiene una intensidad maravillosa; y que tiene una eternidad segura e inextinguible. - C.Spurgeon
La esposa desea que el esposo la lleve como sello en el corazón, sede del pensamiento y decisiones, y como una marca en el brazo, sede de la acción. Es su deseo ser indisolublemente suya en todo, en su fe y en la vida, sin divorcio posible. Tiene el sello de Dios, porque ha sido "sellada con el Espíritu Santo de la promesa, que es la garantía de nuestra herencia" Ef. 1:13-14. La unción con el sello del Espíritu significa que Dios acoge al recién convertido como hijo, lo marca y lo sella. La vida entera del cristiano será sostenida y marcada por el Espíritu "hasta hacerlo conforme a Cristo", hasta hacer de él "fragancia de Cristo" 2Cor 2:15. "Quienes se dejan conducir por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo" Rom. 8:14-17. Marcados con el sello del Espíritu, los fieles se hacen portadores de Cristo, convirtiéndose en templos del Padre, del Hijo y del Espíritu. "Oh Dios, márcalos con el sello del Espíritu Santo. Ellos llevarán a Cristo en el corazón, para ser tu morada".
Pablo dijo: "el que nos confirma con ustedes en Cristo y el que nos ungió, es Dios, quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía." 2 Cor. 1:21-22. Para vivir la unión con Dios en Cristo es necesaria la acción del Espíritu Santo que imprime en nuestros corazones la imagen de Cristo, que es la imagen visible de Dios. "El Espíritu Santo es fuego que consume nuestras inmundicias, fuente de agua viva que fecunda para la vida eterna y sello que se imprime en el creyente para restituir en él la imagen divina. Nos hace conformes con Dios y nos ensambla en el cuerpo de Cristo con su fuerza unificadora, que funde en la unidad la Cabeza y los miembros. El Espíritu Santo procede de Dios, se imprime en los corazones de los que le reciben, a la manera de un sello invisible; así por esta comunicación que hace de sí mismo, devuelve a la naturaleza humana su belleza original y rehace el hombre a imagen de Dios" -Cirilo
El alma que se adhiere a Cristo y lo graba como un sello, Él será el primero en su afecto. Y hace eco de las palabras de su Amado: "Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas." Deut. 6:5-6-9 La esencia de la verdadera fe es el amor, sin el no hay nada. Por lo tanto, nuestra principal y suprema preocupación debe ser saber si tenemos un lugar en el afecto de Dios. Si no es así, me quita la inspiración y el estímulo de la esperanza. Se debilita mi esfuerzo, mata mi paz interior. Solamente si la cálida luz del sol del amor de Emanuel, Cristo, me rodea, produciré los frutos maduros del Espíritu. Mi amor será firme, estaré seguro, perseveraré hasta el final, si sé que comparto el amor de Cristo; porque Su amor es entrañable, inmutable, tierno, victorioso, eterno. Si mi nombre está grabado en el corazón de mi Salvador, entonces mi bendición está asegurada.
Cada cristiano anhela ser llevado en los brazos de Cristo, esos brazos que se abrieron de par en par en la cruz, como para abrazar a sus elegidos en Su amor; cada cristiano anhela descansar, como una vez que Juan descansó, sobre el pecho del Salvador; ser querido por Él, apreciado como un sello que yace en el corazón de su dueño; así que cada cristiano espera llevar la impresión de ese sello sagrado estampado cada vez más profundamente en su vida interior, porque sellado con el Espíritu Santo de la promesa, algún día podrá estar entre los benditos, "sellados con el sello del Dios viviente en su frente" Apoc. 7:3. "SEÑOR, grábame como un sello sobre tu corazón". Haz lo que en tu corazón planeaste, al decir: "En las palmas de Mis manos, te he grabado" Isaías 49:16. ¿Puede acaso una mujer olvidar a su niño de pecho? Aunque ella se olvidara, Yo no te olvidaré" Isa. 49:15. Amado mío, que tu corazón y tus brazos, lleven grabado mi nombre para que nunca te olvides de mí. ¡Amén!