"Digan a la hija de Sión: "Mira, tu Rey viene a ti, Humilde y montado en un asna, Y en un pollino, hijo de bestia de carga". Mateo 21:5
EL SEÑOR Jesús, como profeta envió a sus dos discípulos diciendo: "Vayan a la aldea que está enfrente de ustedes, y enseguida encontrarán un asna atada y un pollino con ella; desatenlo y traiganlos a Mí. Y si alguien les dice algo, digan: "El Señor los necesita"; y enseguida los enviará." Mateo 21:2-3 En este acto del Señor destella una vez más Su Gloria, poder y señorío, y que el Rey-Mesías es Dios Todopoderoso.Sabía que allí había un asno atado con un potrillo Él tiene derecho sobre ellos porque Él es el Creador y Él puede decir : "Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, El mundo y los que en él habitan." Salmo 24:1
Sucedió todo como Jesus había dicho, y entonces se dio cumplimiento a lo dicho por el Profeta Zacarias 9:9: "¡Regocíjate sobremanera, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Tu Rey viene a ti, Justo y dotado de salvación,Humilde, montado en un asno, En un pollino, hijo de asna". Hija de Sión, es decir, Jerusalén Nuestro SEÑOR entró en la ciudad con gran humildad, entre las aclamaciones y alabanzas, como un Rey que gana los corazones con dulzura y humildad, pues viene con sencillez, conducido en una caballería prestada y común, no en un carro último modelo de millones de dólares, ni en caballo de paso fino, sino en un asno, por el camino alfombrado del amoroso entusiasmo de la multitud.
Jamás vieron los siglos un espectáculo tan grandioso e imponente, y tan digno de atención, como fué el de la entrada gloriosa de Jesucristo en la ciudad santa; porque ella era como el anuncio claro de la victoria que iba a conseguir contra la vanidad del mundo. Ella era la figura del señorío espiritual que ejerce en su Iglesia, y en las almas de los justos: ella fue la escuela de los que buscan la gloria en la humillación; porque fue la afrenta de los que solo quieren ser exaltados por los caminos de la soberbia humana. Por tanto, sean confundidos todos los grandes y poderosos de la tierra, en medio del ostentoso aparato con que procuran encubrir las miserias que los igualan con los otros hombres.
El Hijo de Dios, Rey de los reyes, y SEÑOR de los señores; repartidor de los cetros y los imperios, que arroja los potentados de su trono y los confunde entre el polvo de la tierra; el que exalta a los pequeños y humildes y los sienta entre los tronos de su eterno imperio; el Rey en fin de cielos y tierra, adornado no con la diadema y el cetro de su Omnipotencia, sino con el velo misterioso de la simplicidad y pobreza, muestra que viene al mundo como Príncipe de los humildes a destruir el reino de la soberbia, y a condenar todas las leyes de la vanidad y orgullo que sirven de gobierno a los hijos del siglo.- Ludolphus
Entró en Jerusalén de una manera nueva, y poco acostumbrada, pero predicha y anunciada por los Profetas: así instando la Pascua en que se inmolaba el cordero, Él mismo como Cordero verdadero que debía ser sacrificado por los pecados del mundo, se acercó voluntariamente al lugar de la pasión; acreditando con este hecho, que estaba muy dispuesto a humillarse y a obedecer a Su Padre hasta la muerte más cruel y afrentosa que jamás se hubiese visto. " Tu Rey viene". El Rey de reyes, Jesús, viene trayendo la salvación. ¡Ese es el orden divino! Nunca conoceremos todo el poder de la salvación de Cristo hasta que lo hayamos recibido en nuestro corazón como Rey. Bendito Jesús, reina dentro de nosotros; Derriba toda imaginación y toda altivez que se enaltece contra el conocimiento de ti, y lleva cautivo todo pensamiento a tu santa voluntad. Reina dentro de nosotros, hasta que hayas puesto a cada enemigo, cada movimiento de nuestra naturaleza corrupta y los restos de ella, bajo Tus pies. ¡Reina dentro de nosotros por Tu gracia aquí en nuestro corazón, y transfórmalo a tu imagen, para que podamos llegar a ser como Tú en Tu gloria! -WH Hutchings
ORACIÓN: Amantísimo Padre y dulcísimo Jesús, Redentor y Salvador mío; que tan voluntariamente y con tanta ansia caminaste hacia la ciudad ingrata donde te esperaban tantas amarguras, tantos tormentos y por último la Cruz en la que habrías de morir para curar la espantosa herida que por la culpa y el pecado estaba abierta en el corazón de la criatura: y que viniendo a Jerusalén días antes de la Pascua quisiste manifestar no solo tu misericordia, sino también la Omnipotencia de que estabas revestido dispusiste ser recibido por la multitud con ramos y palmas, confesando tu Majestad, y cantando himnos de loor y alabanza a tu divinidad, diciendo el pueblo fiel: "¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del SEÑOR!" Te ruego por tu infinito amor, me permitas acercarme a tí y seguirte constantemente con la esperanza de vivir siempre unido a ti, y de pertenecer eternamente a tu reino. Por las lágrimas, SEÑOR , que derramaste sobre la ciudad ingrata , concédeme la gracia de que llore constantemente mis culpas y pecados, para que sea digno de reinar contigo por la eternidad en la patria celestial. Amen .- Ludolphus