NOVIEMBRE 11

"Ninguna Palabra de todas Sus promesas que expresó.....ha faltado".1 Reyes 8:56

Así como cada piedra preciosa tiene una rica virtud, también la tiene cada promesa. Las promesas son un libro precioso, cada hoja derrama amor y misericordia; y sobre estas preciosas promesas, la preciosa fe mira y vive. La fe absorbe consuelo y dulzura. "Acuérdate de tu palabra (es decir, de tu promesa) dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Este es mi consuelo en mi aflicción, porque tu palabra me ha vivificado". Salmo 119:49-50, No terminaría de mostrarles cómo la fe de los patriarcas, profetas, apóstoles y otros santos ha sido actuada y ejercida sobre promesas de santificación, sobre promesas de justificación, sobre promesas de salvación, sobre promesas de glorificación, sobre promesas de protección, de promesas de dirección, de promesas de apoyo, etc.

Al considerar las promesas, presta más atención a las promesas espirituales y absolutas. Estas promesas son de la mayor y más cercana preocupación para ti; llevan en ellas la mayor parte del corazón de Cristo, el amor de Cristo, la buena voluntad de Cristo; éstas son de gran utilidad para satisfacer y tranquilizar cuando vacilas; para sostenerte cuando estés cayendo; para recuperarte cuando andas errante; para consolarte cuando estés desmayado; para aconsejarte cuando estés tambaleando. Por lo tanto, haz de las promesas tus mejores y principales compañeras; especialmente cuando es de noche dentro de tu alma; cuando eres sensible a mucho pecado y poca gracia; de mucha dureza pero de poca ternura; de muchos temores y sólo un poco de fe.

Oh amados, hay mucha miel y dulzura, mucha gracia y gloria envueltas en las promesas. Oh, exprimelas hasta que hayas obtenido toda la riqueza y dulzura que hay en ellas. ¡Ah, cristianos! Si hicieran esto, Dios sería más honrado, las promesas más apreciadas, sus gracias más fortalecidas, sus temores más apaciguados, sus corazones más cálidos y comprometidos, y sus vidas más reguladas, y Satanás vencido más fácil y frecuentemente. Thomas Brooks Nuestra respuesta a las promesas del SEÑOR debe ser nuestra confianza en Él, aunque no entendamos lo que está pasando a nuestro alrrededor, aprendamos a abrazar Sus promesas y a no dudar de Su bondad.

"Pues en Él(Cristo) se cumplen todas las promesas de Dios. Por eso, por medio de él también nosotros decimos "Amén", para la gloria de Dios. 2 Cor.1:20 ¡Cuán marcado es el contraste entre el hombre, que rompe las promesas, y Dios, que cumple las promesas! Cada promesa Divina se basa en Su fidelidad inmutable y respaldada por Su Omnipotencia. La oposición unida y más feroz de la tierra y el infierno no pueden impedir el cumplimiento final y completo del Verbo Divino. Cristo es el testimonio de Dios de sus promesas. Todas estas han recibido su sello, los sufrimientos y la resurrección de nuestro SEÑOR. En Jesús, Dios dice "Sí" a los anhelos y oraciones de los corazones, y Amén (en verdad) a las diez mil promesas de las Escrituras. Aquel que descansa en Cristo se encuentra en el centro de la certeza y seguridad. Nada bueno le faltará de todo lo prometido. -FB Meyer