"Serán tu guía cuando camines, te protegerán cuando duermas, y te hablarán cuando despiertes. Porque el mandamiento es lámpara y la enseñanza es luz". Proverbios 6:22-23
La ley de Dios debería ser una guía para nosotros: "Cuando vayas, te conducirá"; un guardián para nosotros - "cuando duermas" - cuando estés indefenso y desprevenido - "te guardará"; y un querido compañero para nosotros: "cuando despiertes, hablará contigo". Debemos amar la palabra de Dios de todo nuestro corazón, y de toda nuestra mente, y de toda nuestra alma, y con todas nuestras fuerzas; debemos abrazarla con toda la fuerza de nuestra naturaleza; nuestros más cálidos afectos deben entrelazarse con ella. "Pueden estar seguros de esto," dice un escritor profundamente espiritual, "lo que salva las almas es la palabra de Dios, y no el comentario del hombre." Hay vida en ella, pues por ella los hombres nacen de nuevo.
En cuanto a los creyentes, el Espíritu Santo hace arder a menudo la palabra mientras la están estudiando. Las letras que están delante de nosotros antes eran como simples letras, pero el Espíritu Santo súbitamente vino sobre ellas, y hablaron. Un capítulo de la Biblia puede ser modesto, pero cuando el Espíritu desciende sobre él arde con esplendor celestial, y Dios se aparece en las palabras, de tal forma que nos sentimos como Moisés cuando quitó su calzado de sus pies, porque el lugar en que estaba, era santo. La Palabra es viva, dice: "Hablará contigo". Un libro muerto no podría hablar, ni un libro mudo podría conversar. Entonces, claramente se trata de un libro que vive y habla: "La palabra de Dios que vive y permanece para siempre." Además, porque alberga al corazón vivo de Cristo. Una vez fue traspasado con una lanza, pero hoy vive, y desea vivamente a los pecadores, y es tan tierno y compasivo como lo era en los días de la carne del Redentor.
Jesús, el Amigo del Pecador, camina en las avenidas de la Escritura, como una vez recorrió las llanuras y las colinas de Palestina: todavía puedes verlo, si tienes abiertos tus ojos, en las antiguas profecías; pueden contemplarlo con mayor claridad en los devotos evangelistas; Él abre y pone al descubierto para ti, lo más íntimo de Su alma en las Epístolas, y te hace oír las pisadas de Su cercano advenimiento en los símbolos del Apocalipsis. El Cristo viviente está en el libro; pueden contemplar Su rostro casi en cada página; y, por consiguiente, es un libro que habla. El Cristo del monte de las bienaventuranzas habla todavía en ese libro; el Dios que dijo: "Sea la luz," expresa desde sus páginas el mismo divino (hágase); la verdad incorruptible, que saturó cada línea cuando fue escrito al principio, permanece allí en la plenitud de su fuerza. "La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del SEÑOR permanece para siempre.
"Cuando la Palabra de Dios habla con nosotros, nos influye. Este libro alivia nuestros dolores y nos alienta. Tiene un poder elevador maravilloso. Advierte y refrena. Santifica y moldea la mente a la imagen de Cristo. Mitiga nuestros dolores y nos alienta. Muchos guerreros han estado a punto de escabullirse de la batalla de Dios, pero la palabra ha puesto su mano en ellos, y ha dicho: "Mantente firme, no desmayes, ten buen ánimo, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia." Hemos leído acerca de valerosos santos, pero desconocemos cuán a menudo habrían sido redomados cobardes, sólo que vino la buena palabra y los fortaleció, y regresaron para ser más fuertes que leones y más veloces que águilas. -CH Spurgeon
"Porque el mandamiento es lámpara y la enseñanza es luz" Lámpara, que es de mucha utilidad cuando los hombres se acuestan o se levantan. El que tiene la palabra de Cristo morando ricamente en él puede poner su mano sobre su corazón y decir: Aquí hay mucha luz. Según la ley, todo estaba en acertijos; Moisés estaba cubierto con un velo; y sin embargo se verificó entonces ese dicho. Hay suficiente luz para iluminar a los hombres a Cristo, "el fin de la ley". Romanos 10: 4- Trapp La Palabra de Dios es luz ; Hace que las cosas se despejen y se manifiestan lo que es correcto y lo que está mal; Ilumina los ojos de la comprensión, por lo que las personas vienen a ver su pecado y su deber; Y los dirige a evitar el uno y hacer el otro; "El mandamiento del SEÑOR es puro y llena los ojos de luz". Salmo 19:8