DICIEMBRE 9

«Mi pueblo se perdió por falta de conocimiento». Oseas 4:6

Mi pueblo se perdió porque la luz de la Palabra de Dios que ilumina y guía nuestros pasos ha sido descuidada, olvidada, e ignorada. La Palabra escrita desde Génesis al Apocalipsis nos lleva al conocimiento de Cristo, y de la ignorancia, del Verbo, la Palabra hecha carne, que es vida para el alma, el bien principal y supremo, ignorarlo es robarnos la felicidad y exponernos a la muerte. Si conociéramos a Jesucriso, seguramente seguiría toda bendición en amor y obediencia. De modo que, la falta de conocimiento de la Palabra viva, Jesús, no sólo es enemiga de la devoción, sino que lleva a la destrucción. «Mi pueblo se perdió por falta de conocimiento».

Muchos creyentes asisten a la iglesia, cursos, conferencias, seminarios bíblicos, pero sólo adquieren un conocimiento teórico, no vital, profundo, personal, que lleva a conocer a Cristo y su amor, a una vivencia y práctica de la Palabra de Dios. Dijo Jesús:»Mi madre y mis hermanos son los que Oyen la Palabra de Dios, y la Hacen». Luc.8:21. Estos creyentes respecto al conocimiento del SEÑOR y Su Bendita Palabra, les pasa como a Job, antes que le fueran abiertos los ojos espirituales, dijo: «De oídas había oído hablar de ti, pero ahora mis ojos te ven» Job 42:5. Vió a su Redentor (Job 19:27) con los ojos de la fe. La Palabra y la presencia de Dios le dieron una revelación más amplia de sus caminos y su carácter. Mediante esa experiencia personal, Job quedó transformado por una sensación de perdón, una renovada confianza en la bondad de Dios y una tranquilizadora experiencia de su amor. No había comprendido de tal manera la grandeza, majestad, soberanía e independencia del SEÑOR y Dios como en aquel momento, lo que le obliga a confesar las limitaciones y desviaciones de su previo conocimiento.

Si el conocimiento de la Palabra de Dios nos falta todo lo demás fallará. Por lo cual, todo empeño del enemigo está en quitarnos esta luz. Para que estando el cristiano desprovisto y desarmado de todo conocimiento de ella, fácilmente se puede apoderar de él. Porque el arma del creyente contra el enemigo y las tentaciones, es la Espada del Espíritu, la Palabra de Dios. Jesús peleó contra el enemigo con esta arma cuando fue tentado en el desierto y lo venció, repitiendo en cada tentación la Escritura Divina. De mil maneras somos exhortados al amor, estudio, lectura, y meditación de la ley de Dios de día y de noche, esta es la buena parte que escogió María, sentada a los pies de Jesús escuchaba sus palabra. Luc. 10:39-42- Luis de Granada

Los ministros de la Palabra, que enseñan mal son también responsables de esta destrucción. Esparcen enseñanzas distorsionadas y desvían de la verdad. Escucharlos continuamente es correr a la destrucción eterna. A estos predicadores el SEÑOR les dice: «Yo te desecharé del sacerdocio, puesto que olvidaste la Ley de tu Dios», «Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.» Tito 1:16. «Hoy en día la Biblia sufre más por sus exponentes que por sus oponentes» – Leonard Ravenhill.

La tendencia que observamos con tristeza, es que muchos creyentes corren tras cualquier viento de doctrina que se expone con elocuencia, seducidos por palabras de hombres y no de Dios, porque les ha faltado diligencia para orar y pedir al Espíritu Santo la iluminación de las Escrituras, y ser como los cristianos de Berea que «recibieron la Palabra con mucha atención, y TODOS LOS DÍAS examinaban las Escrituras para ver si era cierto lo que se les anunciaba». Hec. 17:10. Entonces, «así ya no serían niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en Todo en aquel que es la Cabeza, esto es, Cristo» Ef. 4:14-15. «¡Dichosos, los que oyen la Palabra de Dios y la obedecen!» Lucas 11:28

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