"EN MI MEDITACIÓN SE ENCENDIÓ EL FUEGO". Salmo 39:3
En tanto que su corazón estaba Meditando, estaba ardiendo. La meditación requiere tiempo de quietud a solas, enfocados solo en el SEÑOR, sin distracciones externas. La Meditación es una gran ayudadora de la devoción, la cual es una habilidad y don celestial que inclina nuestra voluntad a querer con gran ánimo y deseo todo aquello que pertenece al servicio a Dios. Ya que la falta de devoción es el principal impedimento para el bien, nuestro principal empeño debe ser buscar el remedio y una de las cosas que más ayuda es la devoción que es fuente y manantial de buenos deseos.
La Meditación sobre todo es impulsora de inclinar nuestro corazón al amor a Dios. Y para lograrlo es necesario meditar mucho en la grandeza de Su bondad, Su generosidad, Su misericordia, dulzura, mansedumbre, y en todas Sus perfecciones que son innumerables. Meditar en cuanto nos amó, en cuanto por nuestra causa hizo y padeció en la Cruz, en cuantos males nos ha librado, en cuánta paciencia nos ha tenido, y en las grandezas de Sus bendiciones que son incontables. Y así meditando y profundizando mucho en estas cosas, poco a poco se va encendiendo nuestro amor por el SEÑOR, porque el que encuentra beneficios, encuentra razones para amar y prender su corazón. Por lo cual nos conviene alimentar este fuego con esta leña, para que así nunca desfallezca esta llama en nuestro corazón como lo figuró Dios en Su palabra diciendo: "En mi altar (que es el corazón del justo) siempre habrá fuego, todos los días le echará leña". Lev.6:12
La Meditación enciende el amor por la Palabra de Dios: Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Jos.1:8 Si leemos, estudiamos y meditamos en la Palabra, aprendemos a escuchar la voz del SEÑOR en ella, y nuestro corazón se encenderá como el de los discípulos camino a Emaús, mientras iban con el SEÑOR, dijeron: "¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?" Luc.24:32. Reconocieron al SEÑOR como una perla de gran precio en el campo de su divina Palabra, sus ojos espirituales se abrieron y sus corazones ardieron con santo fervor. Les enseñó que la fe se obtiene al escuchar y escuchar la Palabra de Dios.
Amemos y deleitemonos en la Palabra, y meditemos en ella día y noche.Salmo 1:3, porque ella resucita muertos, es medicina para los enfermos, vista a los ciegos, enciende a los tibios, fuerza a los débiles, consuela y alegra a los afligidos, calma y paz, y lo más maravilloso nos lleva a conocer a Jesús y nos muestra el camino de la vida Eterna. Ella es nuestro Pan diario, es el Maná que satisface al hambriento, que contiene todos los manjares, porque no hay gusto y ni afecto que un alma desee tener que no halle en la Palabra de Dios. Si tan grandes y maravillosos efectos obra en las almas, ¡que cosa hay en el mundo más preciosa y digna de ser sabida que la Ley de Dios! Con razón David exclamó: "¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi Meditación". Sal. 119:97- Luis de Granada
La Meditación es una ayuda a la Oración. ¡Qué bendición, qué privilegio es la oración! La Meditación es la llama y la instructora de la oración. La Meditación es como aceite para la lámpara; la lámpara de la oración se apagará, a no ser que la meditación la sostenga. La Meditación y la Oración son como dos tórtolas; si se separa la una de la otra, mueren. Un pescador astuto observa el tiempo y el momento en que los peces pican más, y entonces mete el anzuelo en el agua; cuando el corazón está calentado por la meditación, es el mejor momento para echar la caña de la oración y pescar misericordia.
La Meditación produce un doble beneficio: vierte dentro y fuera; primero vierte buenos pensamientos en la mente, y luego los derrama otra vez en oración; la Meditación primero provee el material para la oración y luego prepara al corazón para orar. Medita hasta que veas que tu corazón se ha encendido. Cuando un hombre siente frío le preguntas durante cuánto tiempo se quedará junto al fuego, te dirá: "hasta que me haya calentado y me sienta listo para trabajar". Así que, cristiano, sí tu corazón es frío; ponte cerca del fuego de la Meditación hasta que sientas tus afectos calientes y preparados para el servicio espiritual. -Thomas Watson