DICIEMBRE 1

Pues Dios, que dijo: "De las tinieblas resplandecerá la luz", es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo. 2 Corintios 4:6

Pablo está diciendo: "El SEÑOR y Dios quien creó la luz Gén.1:3, en el mundo físico puede llenar tu corazón con luz espiritual, aún si estás cegado por el dios de este siglo."Por medio de la predicación del Evangelio 1Co 1:21. Dios quita del corazón las tinieblas y lo ilumina con el conocimiento de la verdad del Evangelio de Cristo, que ha dado a nuestros corazones la luz gloriosa del Evangelio, como ha dado al mundo la luz gloriosa del sol.

"Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". Juan 8:12 Recibe a Cristo, el Salvador y rey del universo, recibe la facultad de ver, recibe la luz, para que conozcas a fondo a Dios y al hombre. La luz, Cristo, por el que hemos sido iluminados, es más precioso que el oro, más que el oro fino, más dulce que la miel que destila del panal. Deseable es Cristo, quien ha iluminado la mente y abierto los ojos de toda ceguera espiritual; "En otro tiempo eras tinieblas, ahora eres luz en el SEÑOR. Camina como hijo de la luz". Efe.5:8 Jesús nos ha iluminado con su luz, esta luz es la vida eterna y los que de ella participan tienen vida abundante. Esta luz ilumina el universo entero y nada ni nadie puede apagarla. El mundo de tinieblas no puede prevalecer contra "Dios que es la luz del mundo". 1Juan 1:5

"Para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo". Si el rostro del hombre es la parte más destacada de su cuerpo, de manera que cuando nosotros vemos el rostro de alguna persona es cuando empezamos a conocerla, o cuando nos damos cuenta de que ya la conocíamos, ya que su aspecto nos lo da a conocer, ¿cuánto más no iluminará el rostro de Dios a los que Él mira? La gloria de Dios es vista en la persona de Jesucristo. Pablo vió esa gloriosa luz, que resplandecía más fuerte que el sol del mediodía, cuando Cristo se le apareció en el camino a Damasco Hechos 26:13.

Vemos, pues, de qué manera brilla en nosotros la luz de Cristo. El es, en efecto, el resplandor eterno de las almas, ya que para esto lo envió el Padre al mundo, para que, iluminados por su rostro, podamos esperar las cosas eternas y celestiales, nosotros que antes nos hallábamos impedidos por la oscuridad de este mundo. Comprendemos por qué Zaqueo, al oír que pasaba el Señor Jesús, subió a un árbol, ya que era pequeño de estatura y la multitud le impedía verlo. Vio a Cristo y encontró la luz, lo vio, y él, que antes se apoderaba de lo ajeno, empezó a dar lo que era suyo. SEÑOR, ha resplandecido sobre nosotros la luz de tu rostro. A pesar de todo, poseemos esta luz en nuestro corazón y brilla en lo íntimo de nuestro ser; porque nadie puede subsistir si tú le escondes tu rostro. " SEÑOR, no escondas tu rostro de mí". Salmo 27:9 -Ambrosio

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