Debemos ser pacientes cuando Dios nos hace pasar alguna angustia. Dios a veces le impone duras aflicciones a su pueblo: "Porque tus flechas me han atravesado y sobre mí ha caído tu mano." Sal. 38:2 Dios tiene varias flechas en su flechero para disparar. La palabra hebrea para "afligido" significa "ser derretido". Dios parece derretir a su pueblo en un horno. Dios a veces impone varias aflicciones sobre los santos: "Ha aumentado mis heridas" Job 9:17. Así como tenemos varias formas de pecar, así el SEÑOR tiene varias maneras de afligir. A algunos los priva de sus propiedades; a otros los encadena a un lecho de enfermedad; a otros los limita a una clase de prisión.
En ocasiones Dios permite que la aflicción permanezca durante mucho tiempo: "Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo" Sal. 74:9. Al igual que con las enfermedades, algunas son crónicas y persisten y afectan al cuerpo durante varios años, lo mismo ocurre con las aflicciones. El SEÑOR se complace en ejercer aflicciones crónicas a muchos de sus seres preciosos, que sufren durante largo tiempo. Ahora, en todos estos casos, conviene a los creyentes descansar pacientemente en la voluntad de Dios. La palabra griega para "paciente" es una metáfora y alude a alguien que se mantiene invencible bajo una pesada carga. Esta es la noción correcta de paciencia, cuando soportamos la aflicción de manera invencible sin desmayar ni preocuparse. —Thomas Watson
"Pacientes (firmes, perseverantes) en la aflicción". Porque las pruebas son medicinales. Fueron diseñadas por Dios para corregir, refrenar o curar las enfermedades de nuestras almas. Aunque Él extienda Su mano y parezca amenazar nuestros consuelos más queridos, cuando recordamos que es Su mano, cuando consideramos que es Su designio, Su amor, Su sabiduría y Su poder, no podemos negarnos a confiar en Él. Cada aflicción en la vida del creyente está diseñada por Dios e implementada soberanamente por Él. El sufrimiento de Cristo fue represivo; el sufrimiento del cristiano es restaurativo. La copa que bebió Cristo estaba llena de amargura; la copa de sufrimiento que Dios llama a beber a Sus hijos, es solo medicinal para promover su principal bien. Las aflicciones son necesarias para que la vida cristiana opere correctamente. Dios no permitirá nada para afligirnos, sino cuando Él intenta emplear medios para nuestro mayor beneficio. —John Newton
Aprendamos bien esta lección. Si somos verdaderos cristianos, no debemos esperar gran suavidad en nuestro viaje al Cielo. No debe parecernos extraño que tengamos que pasar por enfermedades, pérdidas, aflicciones y desengaños igual que los demás. Nuestro Salvador ha prometido darnos un perdón gratuito y completo, gracia para el camino y gloria al final. Pero nunca ha prometido que no vayamos a tener aflicciones. Nos ama demasiado como para prometernos eso. Por medio de la aflicción nos enseña muchas lecciones preciosas que sin ella nunca aprenderíamos. Por medio de la aflicción nos muestra nuestro vacío y nuestra debilidad, nos conduce al trono de la gracia, purifica nuestras emociones, nos aparta del mundo, nos hace anhelar el Cielo. —J. C. Ryle
La aflicción es necesaria porque nos conduce a ser pacientes. "Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia"; Rom.5:3 La paciencia se compone de confianza, esperanza y fe en la perfecta redención futura. La paciencia también produce obediencia y humildad, que mantienen el espíritu tranquilo y sumiso. La paciencia hace morir nuestra propia voluntad y nos lleva a someternos a la voluntad de Dios, sea cuales sean las circunstancias. Por tanto, el cristiano tiene necesidad de paciencia para persistir en esperar hasta el final para recibir la promesa: "Porque ustedes tienen necesidad de paciencia (perseverancia), para que cuando hayan hecho la Voluntad de Dios, obtengan la promesa" Heb.10:36