"No conociendo la justicia que proviene de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios". Romanos 10:3
El plan de Dios de justificar a los que creen; Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: "Mas el justo por la fe vivirá". Rom. 1:17. Aquí el plan de Dios se opone a nuestros esfuerzos por hacernos justos por nuestras propias obras. Que difícil de creer para los religiosos, porque les es imposible aceptar que tan sólo con creer de corazón somos justificados; es decir, la justicia de Dios que merecíamos por nuestros pecados ha sido cancelada, pagada la deuda por su sangre preciosa y se puede obtener tan sólo clamando al Salvador que venga a rescatarnos.
La única razón del rechazo del Evangelio radica en la empedernida negativa a someterse a la justicia de Dios. ¿No es ésa la dificultad para todos nosotros? No es que no podamos creer, sino que no nos sometemos al camino de justicia de Dios, que es tan humillante para nuestro orgullo. Si tan solo Dios nos permitiera escalar las alturas o sondear las profundidades, hacer algo grande, hacer un gran sacrificio, estaríamos satisfechos de ser salvos. "No por obras para que nadie se gloríe". Pero es intolerable para nuestros orgullosos corazones que se les diga que nuestros propios esfuerzos son inútiles y que la fuente exclusiva de salvación es la gracia de Dios.-FB Meyer
El vaso debe ser vaciado antes de poder verter el vino en su interior. Dios primero nos vacía de nosotros mismos, antes de poder derramar el precioso vino de su gracia. Existe una generación que es idólatra de sí misma. No hay ídolo más grande que el "yo". Admiran su propia moralidad y justicia, y es sobre esto que edifican la esperanza de su salvación. Tienen bienes que ellos mismos han creado y desprecian el estar en deuda con Cristo.
Son globos que el diablo ha hinchado con orgullo y que se inflan con su propia presunción, como el orgulloso fariseo que se creía bueno y confiado en sus obras no fue justificado: "No soy como los demás hombres.... ayuno dos veces por semana; doy el diezmo....” Luc. 18:11-14. No olvidemos que "no hay ni un solo justo" Rom.10:3. Antes de su conversión, Pablo pensaba estar en buena condición. Estaba edificando la torre de su propia justicia. Dios le mostró las grietas en sus cimientos y le llevó a la Roca eterna. No existe un precipicio más peligroso que la propia justicia.
Esa fue la actitud de la iglesia de Laodicea: “Yo soy rico, y me he enriquecido y no tengo necesidad de ninguna cosa” Apoc. 3:17. ¡Cuántos son los que se condenan por esto! Algunos barcos escapan de las rocas, pero quedan varados en la arena. Algunos escapan de las rocas de los pecados flagrantes, pero se ven varados en las arenas de la justicia propia. ¡Qué difícil es convencer a esas personas del peligro que corren! Creen que pueden salvarse "con sus propias justicias que son como trapos sucios" Isa.64:6. ¡Cuántos han perecido por ser sus propios salvadores! ¡Oh, que esto lleve al pecador orgulloso fuera de sí mismo! -Thomas Watson
SEÑOR, gracias por perdonarme por medio de Jesús, gracias porque he sido justificado por la fe en su Sangre preciosa y ahora soy tu hijo, soy salvo. Dame la fortaleza para serte fiel y crecer en el conocimiento de Aquel que me llamó de las tinieblas a Su luz admirable.