"En mi Meditación se encendió el fuego" Salmo 39:3
La razón por la que nuestros afectos son tan fríos en las cosas espirituales es porque no nos calentamos más con el fuego de la Meditación; esta práctica bíblica tan importante que ayuda a pensar profundamente en la Palabra de Dios y su comprensión, y en la búsqueda de una relación más profunda con Jesús y a llevar nuestra relación con Él a un nivel superior. Además permite que la sabiduría divina fluya a través del corazón transformándolo internamente. "La iluminación nos hace brillar como lámparas, la Meditación nos hace arder como lámparas"- T.Watson.
En este versículo, David relaciona el acto de meditar con el encendido de un fuego interno. "En mi meditación", no en mi divagación de pensamientos distractores. Mientras estaba en devota meditación en el amor del SEÑOR, en su grandeza y poder, en su misericordia conmigo, en el perdón de todos mis pecados, en cómo dió su vida por mi en la Cruz por mi salvación, en su gracia maravillosa, en su gloria y resurrección, "el fuego se encendió". Mientras meditaba este fuego continuaba siendo alimentado y conservado en brillo y vigor, mediante la meditación en la bondad de Dios y la ingratitud del hombre; las transitorias cosas del mundo y las duraderas glorias de la eternidad; el fuego se encendió, la llama del Espíritu Santo se encendió dentro de mí. ¡Cuán hermosos son los encendidos del Espíritu Santo, y qué benditos efectos inducen!
La meditación profunda en la Palabra de Dios puede llevarnos a desear expresarse abierta y sinceramente acerca de lo que experimentamos en nuestra relación con Dios. Dice el profeta Jeremías: "Tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos. Jer.20:9. Los discípulos camino a Emaús experimentaron lo mismo: "Ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras" Luc.24:32. Ardía, pues, el corazón de aquéllos o por el fuego de las palabras del Salvador, por las que se sostenían tantas verdades mientras el SEÑOR explicaba las Escrituras, tocaba interiormente el corazón de los que le escuchaban, haciéndoles comprender que era Él quien hablaba.
Mientras Jesús habla, el fuego se enciende; Sus palabras dan consuelo, esperanza y amor, hasta que todo brilla y los corazones arden dentro de nosotros.El alma se enardece al oír la Palabra divina, desaparece el hielo de la pereza y el espíritu se eleva al deseo y a la ansiedad de las cosas del cielo. Los sermones pronunciados por el Salvador, encienden los corazones de los que los oyen en el fuego del amor divino -Orígenes. Conviene meditar en las divinas enseñanzas, y lo que es enseñado por medio de la Palabra de Dios, avivados con el fuego y guía del Espíritu Santo como en el día de pentecostés. Hechos 2:3