Cuando un hombre se halla perdido en sus pecados, desorientado, desesperado, sin vida, hasta que Cristo, lo encuentra, entonces se opera el milagro de la salvación. "Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" Luc.19:10. Los Evangelios nos hablan de los encuentros personales con Cristo, podemos ver cómo marcó de manera definitiva sus vidas. Jesús los liberó de su pecado, de sus miedos, de su cobardía, de su soledad, de sus ambiciones, de sus debilidades, y llenó su corazón de alegría, paz, y amor.
Zaqueo, hombre rico, recaudador de impuestos, corrupto, ya que cobraba más de lo que se suponía. En su deseo de encontrar a Jesús, subió a un árbol para verle. Reconoció a Jesús como Dios y SEÑOR y dueño de su vida! ¡Ese encuentro cambió su vida para siempre! Su encuentro con Jesús lo cambió de tal manera que el amor al dinero dejó de ser su prioridad. Se arrepintió de haber robado, y prometió dar la mitad de sus bienes a los pobres. Sino que además se comprometió a devolver hasta 4 veces la cantidad de dinero defraudada a otras personas; su mayor deseo desde ese día fue agradar a Dios y hacer su voluntad.
La samaritana, encuentra a Jesús junto al pozo de Jacob, ella había buscado a Jesús en el lugar equivocado, había bebido en otras fuentes y en otros pozos, buscaba en los hombres el amor que pudiera llenar su alma, era una mujer sedienta, insatisfecha, herida por dentro. Pero cuando halló a Jesús, encontró su amor verdadero, dejó sus amantes, sus ídolos, su vida frívola y decidió entregar su vida a Jesús y hacer de Él su todo en todo. Desde entonces, Jesús fue su pozo de agua viva, su esposo, su Maestro, su Dios, Y decidió nunca más separarse de Él. Ella fue testigo de la obra del Dios vivo en su alma, que le dió amor, alegría y esperanza, y con su testimonio muchos de los samaritanos creyeron en Jesús, es decir, hallaron como ella, al que ama su alma.
Muchos buscan a Jesús por las razones incorrectas y a través de medios incorrectos. Nadie tiene poder de satisfacer el alma, sólo Jesús; y, a menos que lo tengamos a Él, no tenemos nada. Sí, muchos buscan a Jesús en los mediadores, en los hombres, visiones, sueños, experiencias de los que fueron al cielo, y regresaron para contar la historia. Estos medios son innecesarios y muchas veces terminamos buscando esas cosas en vez de buscar a Cristo, y terminan por hallarlo. El SEÑOR demora el consuelo, para atraer a su Iglesia, por todos sus medios, para que cuando sea hallado no se atribuya a la excelencia de los medios, sino solo a Dios.
Puedes decir "hallé al que ama mi alma", cuando "habitas en Jesús, y Él mora en ti"; y así ser "uno con Él, y que Él sea uno contigo"; para que incluso ahora, en comunión con Él, tengas una prueba de la bienaventuranza del cielo, incluso de ese gozo, cuya “plenitud está a su diestra para siempre”. Dondequiera que encontremos a Cristo, debemos llevarlo a casa con nosotros, especialmente a nuestros corazones; y debemos tener cuidado de entristecer o contristar a nuestro santo Consolador, el Espíritu Santo, para evitar provocar la partida del Amado.- Mathew Henry
Mi encuentro con Jesús: Con Jesús un día me encontré y le expuse mi condición, Y a pesar de mi transgresión, Jesucristo me dio el perdón. Ese encuentro con Jesús nunca lo podré olvidar; Por sentirme tan feliz, Jamás lo podré abandonar. Esa paz que yo encontré, que consuela mi corazón, Nunca la experimenté por mi triste anterior situación. Voy cantando ya por doquier que Jesús me libró del mal; a gran precio él me compró. ¡Alabado sea Dios por su don celestial! -Daniel A. Lima