"El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí". Mateo 10:37
Si intentas entronizar a la criatura: ¡Oh cristiano! ¡Dios ha eliminado una de tus más dulces misericordias, comodidades o goces! Puede ser que los hayas amado demasiado, que los hayas sobrevalorado y que te hayas deleitado excesivamente en ellos. Puede ser que a menudo se hayan apoderado de tu corazón, cuando deberían haber poseído solo tu mano. ¡Puede ser que ese cuidado, esa preocupación, esa confianza, esa alegría, que debería haberse empleado en amar a Cristo se haya empleado en ellos!
Tu corazón debe ser el lecho de bálsamo donde habita Cristo, y puede que hayas puesto en primer lugar todo lo demás, haciendo que Cristo se acueste afuera. ¡Has tenido espacio para las criaturas, placeres y comodidades, cuando no lo has tenido para Él! ¡Estas misericordias han tenido lo mejor, cuando lo peor se ha considerado lo suficientemente bueno para Cristo! ¡Ah, con qué frecuencia se tiene consuelo de una criatura, por encima de Cristo! Ahora bien, si llevas a un esposo, un hijo, una madre, un padre, un amigo a esa habitación de tu alma que solo pertenece a Dios, Él puede quitártelo: "El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR" Job 1:21
Si Dios entonces te ha despojado de esa mismísima misericordia con la que a menudo has cometido adulterio e idolatría espiritual, ¿tienes algún motivo para murmurar? Las misericordias amadas en exceso rara vez tienen larga vida. ¡La manera de perder tus misericordias es encariñarte demasiado con ellas! La forma de destruirlas es fijar tu mente y corazón en ellas. Ustedes pueden escribir amargura y muerte sobre esa misericordia que Dios les ha arrebatado de su corazón. ¡Cristiano! ¡Tu corazón es el trono real de Cristo, y en ese trono, Cristo será el principal! ¡No tolerará a ningún competidor! Si intentas entronizar a la criatura —sin importar cuán cercana o querida sea para ti— Cristo la destronará. ¡Él te la quitará! La colocará rápidamente en un lecho de polvo. "Tú corriges al hombre castigando su maldad, y reduces a polvo(ceniza) lo que más ama" Sal.39:11. —Thomas Brooks
"El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí". Sin la purificación del pecado que Jesús nos ofrece, y la presencia del Espíritu Santo que vive en los corazones de los redimidos, sería imposible amar a Dios como se nos ordena, por encima de todo. Podemos pedirle a Dios que nos ayude en áreas donde no lo amamos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Amemos al SEÑOR con todo el corazón, consagrando todos nuestros deseos, con toda el alma consagrando nuestra vida y con toda nuestra mente, consagrando Todos nuestros pensamientos, si le amamos así no hay lugar en nuestro ser para gozar y amar otra cosa o criatura que no sea el SEÑOR. Amen.